Revista científica
de la Sociedad Española de Medicina Estética
Revista científica de la Sociedad Española de Medicina Estética

Evolución de los cánones estéticos del
perfil facial. Análisis de las preferencias
de médicos estéticos y población general

Evolution of facial profile aesthetic canons.
Preferences of aesthetic doctors and the general population

Autor

Introducción

Si repasamos la evolución de los cánones estéticos a lo largo de la historia podríamos empezar por un ejemplo característico de representación humana del Paleolítico como la Venus de Willendorf, actualmente en el Naturhistorisches Museum de Viena. En esta figura la cara no aparece y el cuerpo a nivel de caderas y muslos resulta exagerado para enfatizar la fertilidad, mucho más importante para las condiciones vitales del hombre del Paleolítico que unos labios bonitos.

Posteriormente, la utilización en el antiguo Egipto de espejos, que realizaban puliendo metales, se enfatizó con las proporciones del cuerpo ideales en el arte. La cabeza debía ocupar 12 cuadrículas. Los perfiles presentaban biprotrusión dental, claramente africanos; siendo el aspecto de la reina Nefertiti, ideal de belleza oriental durante cientos de años, el que más se aproxima a nuestro concepto de belleza actual.

En la Edad de Oro griega, las caras de las esculturas reflejan el equilibrio, la armonía y la proporción en las dimensiones, siguiendo el pensamiento de los filósofos griegos, los primeros que se aplicaron al estudio de por qué una cara o un objeto nos resultan agradables a la vista. Por su parte, en el Renacimiento italiano, Leonardo da Vinci buscó una fórmula matemática de la belleza y las proporciones de la cara, pero no halló la respuesta. También se han buscado en la cara las proporciones áuricas o divinas, descritas por Euclides, identificadas con los números divinos (0,168 y 1,608) de Leonardo Fibonacci, contemporáneo de Leonardo da Vinci. En cuanto al ideal estético del Renacimiento, podemos decir que es una mujer modesta y sumisa, sin barbilla, como se observa en esculturas y pinturas de la época.

En el siglo XVIII, el perfil que gustaba y se puede observar en las monedas de dólar de plata americanas, es severamente retrusivo si lo enjuiciamos según los cánones actuales; sin embargo, era el paradigma de juventud y belleza durante ese siglo, a diferencia del XIX en que el ideal estético está representado en el perfil plano del Apolo de Belvedere del Museo Vaticano, copia romana de una escultura griega que se perdió en el siglo II. En el XIX, la aspiración era el neoclasicismo romano, que tenía como ideal la Grecia clásica.

Más cercano en el tiempo, durante los primeros años del siglo XX, se siguió con la misma tendencia de perfil plano del Apolo de Belvedere como ideal. Con la proliferación de conflictos bélicos, y las consiguientes deformidades, aumentó la preocupación por el aspecto físico de los individuos. Además, el advenimiento de los medios audiovisuales (televisión, cine, fotografía) cambió el gusto de la población, imponiéndose las facciones de la estrella cinematográfica del momento1. Por ejemplo, Marilyn Monroe, paradigma de belleza e icono sexual de su tiempo. Nadie diría hoy en día que su cuerpo cumple con los cánones de belleza actuales si se observa la famosa fotografía, tomada por Bern Stern en 1962, y se compara con iconos sexuales actuales, como Pamela Anderson.

Surge la pregunta de si estamos en una era que define la belleza humana con partes del cuerpo antinaturales y exageradas como ideal y, qué parte de responsabilidad tienen los médicos estéticos en todo esto2,3. Por ello, el objetivo de este estudio es analizar las preferencias subjetivas del perfil labial en una muestra de la población general, comparándola con una muestra de médicos estéticos, con el fin de valorar si se encuentran dentro de los criterios de normalidad de un análisis morfológico objetivo del perfil blando. Además, se adjunta una revisión de la bibliografía sobre este tema.

Revisión bibliográfica

En primer lugar, se ha realizado una revisión bibliográfica de las mediciones y cánones para obtener un análisis morfológico del perfil blando, buscando en PubMed las palabras clave: cefalometría, tejidos blandos y perfil facial.

Muchas de las mediciones encontradas exceden los objetivos diagnósticos y de tratamiento de un médico estético; por lo que, tras realizar la revisión bibliográfica4‑6, se propone un método sencillo y cómodo para realizar en la consulta con una valoración objetiva del perfil labial, bastando una simple fotografía de perfil del paciente.

Para valorar la posición anteroposterior relativa de los labios se traza una perpendicular a la horizontal verdadera desde el punto subnasal; el labio superior debe ser tangente a esa línea y el inferior estar situado 2 mm por detrás (± 2 mm en ambos casos). Para obtener el ángulo nasolabial se traza desde el subnasal una línea tangente a la columela y otra al labio superior. El ángulo debe ser de 90° a 110° con un valor medio de 102° ± 8° (Figura 1).

Figura 1
Figura 1. Valoración objetiva del perfil labial en consulta. Sn: punto subnasal. Ls: labio superior. Li: labio inferior. HV: horizontal verdadera. DE: desviación estándar.

Este ángulo no tiene el mismo valor diagnóstico debido a que la base de la nariz, que es una de las variables, no puede ser considerada una referencia estable porque su inclinación varía, aunque no suponga una alteración estética6,7. Una nariz respingona provocará un ángulo nasolabial más abierto, sin que el labio superior participe como causante de la abertura del ángulo.

Por eso se estableció un nuevo criterio para el estudio del ángulo naso-labial, que consiste en dividir este ángulo en dos partes: una, superior o nasal y otra, inferior o labial; delimitadas por una línea paralela a la horizontal verdadera del paciente que pasa por el punto subnasal8‑10. De esta forma, se analizan separadamente el ángulo nasolabial superior y el inferior, permitiendo identificar cuál de los componentes (columela o labio superior) es el responsable de su eventual alteración.

Parámetros y perfiles de la escala Merz para el grosor de labios

Se han realizado las mediciones anteriormente descritas en cada uno de los perfiles de la escala Merz, ampliamente utilizada y muy conocida para el estudio de las preferencias del grosor de labios con relación a los parámetros de normalidad. Los perfiles que más se acercan a los criterios de normalidad, dentro de un análisis objetivo del perfil labial, sería el perfil 2 en cuanto a posición anteroposterior del labio (Figura 2). Dado que el ángulo nasolabial superior es el mismo en todos los casos, 20°, se puede considerar la medida total, ya que los cambios que se observen serán debidos en su totalidad a las variaciones en el labio inferior11‑12. En segundo lugar, habría que considerar el perfil 3.

Figura 2
Figura 2. Escala Merz para el grosor de labio.

Material y método

Características de la muestra

Se ha seleccionado aleatoriamente una muestra de 119 personas, 45 hombres y 74 mujeres, de 13 a 80 años. Se dividieron en 3 grupos, 16 personas eran menores de 16 años; 73, de 30 a 50 años, y 30, mayores de 50 años; entre las cuales, 35 eran médicos estéticos españoles. Se les realizó una encuesta valorativa presencial mediante la escala Merz, mostrando los perfiles de la Figura 2 y pidiéndoles que eligiesen perfil, puntuando de 0 a 4 el más atractivo.

Resultados

Encuesta de preferencias entre médicos estéticos y población general

Hubo una selección preferente de las opciones 2 y 3, que fueron votadas por 104 de los encuestados (87%), mientras que solo el 8,4% y el 4,2% optaron por el labio 4 y el 1, respectivamente. Se realizó un análisis sobre la representatividad de esta muestra, para ver si los datos eran suficientemente fiables para sacar conclusiones. La muestra es representativa y el margen de error lo bastante bajo (0,0106) para validar los resultados. Las preferencias subjetivas del perfil labial, tanto de médicos estéticos como de la población general, se encuentran dentro de los criterios de normalidad encontrados en el análisis morfológico objetivo del perfil blando.

Si se analizan los resultados en función del sexo (Tabla I), se observa que los hombres muestran mayor preferencia por unos labios ligeramente más gruesos que las mujeres, 16% frente a 4% (Chi²=7,067; p<0,001); si bien la distribución por género no es equitativa ya que han respondido 74 mujeres y 45 hombres.

Tabla I
Tabla I. Preferencias según el sexo.
Tabla II
Tabla II. Preferencias según la profesión.

Los médicos estéticos también muestran preferencia por labios ligeramente más gruesos que la población general (Chi²=20,17; p<0,001) y están más de acuerdo en sus opiniones (Tabla II). Se puede pensar que se están rellenando los labios por encima de las preferencias subjetivas de los pacientes y las personas que les rodean13.

Tabla III
Tabla III. Preferencias según la edad.

En los 3 grupos considerados se muestra la misma tendencia que en el análisis general, independientemente de la edad (Tabla III), con los perfiles 2 y 3 como los más votados. Entre los más jóvenes se observa una preferencia estadísticamente significativa por los labios muy gruesos en comparación con el resto de los grupos14. En contraposición, el grupo de más de 50 años prefiere los labios más finos, mientras que el grupo de 30 a 49 años prefiere los labios gruesos (Chi²=44,49; p<0,001).

Conclusiones

Las preferencias subjetivas en el perfil labial, tanto de médicos estéticos como de la población general, se encuentran dentro del rango considerado normal y equilibrado en el análisis morfológico objetivo del perfil blando.

Los médicos estéticos prefieren los labios ligeramente más gruesos que los no médicos. Entre los menores de 30 años se da una significativa diferencia en comparación con el resto de edades en la elección de los labios muy gruesos. Datos que podrían ir en consonancia con las tendencias estéticas actuales. Las limitaciones de una muestra en la que la que la proporción de mujeres supera a la de hombres y un tamaño no excesivo de la misma, hace que sean necesarios estudios posteriores que validen estos resultado preliminares y las diferencias generacionales por género.

Premio

Este trabajo obtuvo el Primer Premio Comunicaciones Libres Sesión I‑A del XXVII Congreso de la SEME y 9º Congreso Europeo de la UIME.

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