Consideraciones sobre el acné
en la mujer adulta
La prevalencia del acné en la mujer adulta no ha hecho más que aumentar en la última década. Son numerosos los estudios que correlacionan hábitos nutricionales erróneos con este tipo de acné, además de las posibles alteraciones clínicas que no siempre pueden observarse en las pruebas de laboratorio. Sin embargo, a menudo se diagnostica incorrectamente cuando aparece en el tronco y no en el rostro. El médico estético puede contribuir a su adecuado diagnóstico y a la detección de cuadros endocrinológicos más complejos.
The prevalence of acne in adult women has increased significantly over the last decade. Numerous studies have identified a correlation between poor nutritional habits and this type of acne, in addition to possible clinical alterations that cannot always be seen in laboratory tests. However, misdiagnosis is often made when acne appears on the trunk and not on the face. The aesthetic physician can contribute to a correct diagnosis and to the detection of more complex endocrinological conditions.
La prevalencia del acné en la adolescencia alcanza cifras superiores al 80% en los países occidentales1. La cifra es lo suficientemente elocuente por sí misma, aunque lo destacable es el aumento experimentado, tanto en mujeres jóvenes como adultas. Desafortunadamente, muchos de los tratamientos que siguen los pacientes con acné suelen estar fuera de las recomendaciones de las guías clínicas o de las recomendaciones de paneles de expertos2. De ahí la importancia de diagnosticar y tratar adecuadamente un cuadro clínico que, por su frecuencia o familiaridad, se menosprecia.
Estudios realizados sobre la prevalencia del acné en la mujer adulta indican que ha ido aumentando en las últimas décadas, desde el 41% en 2001 en mujeres de 25 a 40 años hasta el 45% en 20163. En relación con lo anterior, hay que diferenciar el acné persistente, que sería una prolongación en el tiempo del acné que comienza en la adolescencia, del acné tardío cuyo inicio es posterior a los 25 años. Un estudio prospectivo, realizado en Italia y que guarda grandes similitudes con lo que acontece en nuestro país, muestra que los factores de riesgo son numerosos y variados; aunque se encontró una asociación positiva con el historial de acné previo en familiares de primer grado, trabajar en una oficina, padecer un alto nivel de estrés, el tabaquismo y una alimentación desequilibrada por el bajo consumo de verduras, fruta y pescado. Muchas de las pacientes estudiadas presentaban hirsutismo y no tenían hijos, lo que se relacionó con hiperandrogenismo, no siempre bien estudiado, salvo especialistas en endocrinología3.
Posteriormente, Kim et al (2017) compararon pacientes sanos y con acné, estudiando el perfil hormonal, diversos ácidos grasos, así como biomarcadores inflamatorios, con especial atención a las interleucinas y quimiocinas. Se encontró una correlación positiva con los ítems mencionados en los pacientes que padecían acné. El estudio presentaba algunas limitaciones metodológicas, ya señaladas por los propios autores, que posiblemente sobrestimaron la influencia hormonal y la contribución de las citocinas proinflamatorias al desarrollo y mantenimiento del acné en cualquier grupo etario que se considere4. Un nuevo estudio de 2020 (Kim et al), sobre el perfil metabolómico y su posible asociación con el acné en el grupo femenino, mostró que no hubo diferencias significativas en lo relativo a citocinas. Sin embargo, la DHEA‑S (deshidroepiandrosterona sulfato), los niveles de lípidos y el ácido palmítico fueron significativamente más elevados en las pacientes que padecían acné5.
Preciso es mencionar el estudio epidemiológico, realizado en 7 países europeos, porque se relacionó el acné con el consumo de alimentos con alto índice glicémico; sin que quedara clara la asociación entre padecer acné y el consumo de chocolate, y continúa sin estar clara6. Tampoco se halló una correlación positiva entre tabaquismo y acné. Posteriormente, en 2020, se aportaron nuevos datos, concluyendo que el consumo de alimentos y bebidas azucaradas, así como de leche y grasas saturadas, se asociaba de forma clara con el acné de la mujer adulta7,8.
Las mujeres adultas con acné mencionan con frecuencia tener menstruaciones irregulares, hirsutismo en distinto grado (puede haber confusión con hipertricosis) y tendencia a presentar una piel seborreica, con mayor o menor participación del cuero cabelludo. Aunque pocas mujeres (en torno al 18%) exhiben elevados perfiles de testosterona y DHEA‑S en sus controles analíticos, es característico que hasta un 71% de estas presentan signos clínicos de hiperandrogenismo, lo que se ha relacionado con mayor sensibilidad hormonal de los receptores androgénicos9. No obstante, se ha hallado una clara correspondencia entre el hiperandrogenismo clínico y las temidas cicatrices postacné; a su vez relacionadas con marcadores proinflamatorios, en concreto, el denominado Toll-like receptor 4 (TLR4) y la interleucina‑2 (IL‑2)10.
Por último, es importante explorar a las pacientes de forma más completa cuando presentan acné facial, buscando acné en otras localizaciones, espalda o región anterior del tórax. En general, las mujeres no suelen conceder importancia al acné fuera de las áreas visibles, y el médico no siempre explora estas zonas características, por lo que suele estar infradiagnosticado (Figura 1).
Se puede concluir que, en nuestro tiempo, los pacientes de medicina estética buscan una atención más personal e integradora11. No todo gira en torno a la mera aplicación de tratamientos inyectables bien conocidos. El diagnóstico del acné sigue siendo clínico, como parte principal de nuestro quehacer cotidiano como médicos, apoyado en las pruebas pertinentes de despistaje de un posible síndrome de ovario poliquístico o de una hiperplasia suprarrenal12. El tratamiento, a la vista de lo comentado, no solo debe basarse en la indicación farmacológica, también es pertinente el consejo nutricional.
Bibliografía
- Layton AM, Ravenscroft J. Adolescent acne vulgaris: current and emerging treatments. Lancet Child Adolesc Health. 2023 Feb;7(2):136‑144. https://doi.org/10.1016/S2352-4642(22)00314‑5
- Hagenström K, Müller K, Klinger T, Stephan B, Augustin M. Epidemiology and Healthcare of Juvenile and Late-Onset Acne: Claims Data Analysis. Dermatol Ther (Heidelb). 2024 Nov;14(11):3017‑3031. https://doi.org/10.1007/s13555-024‑01284‑z
- Di Landro A, Cazzaniga S, Cusano F, Bonci A, Carla C, Musumeci ML, Patrizi A, Bettoli V, Pezzarossa E, Caproni M, Fortina AB, Campione E, Ingordo V, Naldi L; Group for Epidemiologic Research in Dermatology Acne Study Group. Adult female acne and associated risk factors: Results of a multicenter case-control study in Italy. J Am Acad Dermatol. 2016 Dec;75(6):1134‑1141.e1. https://doi.org/10.1016/j.jaad.2016.06.060
- Kim K, Ha I, Kim E, Kim K. A comparative study of biological and metabolic biomarkers between healthy individuals and patients with acne vulgaris: A cross-sectional study protocol. Medicine (Baltimore). 2017 Nov;96(45):e8554. https://doi.org/10.1097/MD.0000000000008554
- Kim MH, Ha IJ, Kim E, Kim K. Integrated targeted serum metabolomic profile and its association with gender, age, disease severity, and pattern identification in acne. PLoS One. 2020 Jan 17;15(1):e0228074. https://doi.org/10.1371/journal.pone.0228074
- Wolkenstein P, Machovcová A, Szepietowski JC, Tennstedt D, Veraldi S, Delarue A. Acne prevalence and associations with lifestyle: a cross-sectional online survey of adolescents/young adults in 7 European countries. J Eur Acad Dermatol Venereol. 2018 Feb;32(2):298‑306. https://doi.org/10.1111/jdv.14475
- Bagatin E, Freitas THP, Rivitti-Machado MC, Machado MCR, Ribeiro BM, Nunes S, Rocha MADD. Adult female acne: a guide to clinical practice. An Bras Dermatol. 2019 Jan‑Feb;94(1):62‑75. https://doi.org/10.1590/abd1806-4841.20198203
- Penso L, Touvier M, Deschasaux M, Szabo de Edelenyi F, Hercberg S, Ezzedine K, Sbidian E. Association Between Adult Acne and Dietary Behaviors: Findings From the NutriNet-Santé Prospective Cohort Study. JAMA Dermatol. 2020 Aug 1;156(8):854‑862. https://doi.org/10.1001/jamadermatol.2020.1602
- Bansal P, Sardana K, Sharma L, Garga UC, Vats G. A prospective study examining isolated acne and acne with hyperandrogenic signs in adult females. J Dermatolog Treat. 2021 Nov;32(7):752‑755. https://doi.org/10.1080/09546634.2019.1708245
- Woo YR, Kim HS. Truncal Acne: An Overview. J Clin Med. 2022 Jun 24;11(13):3660. https://doi.org/10.3390/jcm11133660
- Fabi SG, Beleznay K, Berson DS, Cohen JL, Lee S, Dayan SH. Treatment of acne in the aesthetic patient: A round table update. J Cosmet Dermatol. 2023 Sep;22(9):2391‑2398. https://doi.org/10.1111/jocd.15913
- Unfer V, Lepore E, Forte G, Hernández Marín I, Wdowiak A, Pkhaladze L. Hyperandrogenism in polycystic ovary syndrome and adrenal hyperplasia: finding differences to make a specific diagnosis. Arch Gynecol Obstet. 2025 Jan 7. https://doi.org/10.1007/s00404-024‑07897‑1