Comités éticos:
¿un lastre para el avance científico de la Medicina Estética?
A Burden for the
Scientific Progress of Aesthetic Medicine?
Los comités éticos, si bien son necesarios para proteger a los pacientes y controlar la validez científica de los estudios, en el ámbito de la medicina estética, y de otras especialidades médicas y quirúrgicas, suelen convertirse en un obstáculo debido a su lentitud, burocracia y costes. Esto dificulta la comunicación de la investigación clínica, desincentiva la producción científica y frena el avance del sector. Por ello, las sociedades científicas de medicina estética deberían disponer de comités éticos autónomos, gratuitos e independientes de organismos gubernamentales, que no requieran acreditaciones externas para funcionar, y que sostengan una rigurosidad ética adaptada a la realidad del ejercicio clínico-estético. Las revistas científicas deben aceptar estos comités, que valoran si la investigación es responsable, accesible y alineada con las necesidades reales en la medicina estética actual. La SEME debe luchar para disponer de autonomía para dispensar autorizaciones de “aceptación ética” para los socios que quieren publicar los resultados de sus pacientes en revistas científicas de alto factor de impacto.
Ethics committees, while necessary to protect patients and ensure the scientific validity of studies, often become an obstacle in the field of aesthetic medicine, as well as in other medical and surgical specialties, due to their slow processes, bureaucracy, and costs. This hinders the communication of clinical research, discourages scientific production, and slows down the sector’s progress. For this reason, scientific societies in aesthetic medicine should have autonomous ethics committees that are free of charge and independent of governmental bodies, without requiring external accreditations to operate, while maintaining ethical rigor adapted to the reality of clinical-aesthetic practice. Scientific journals should accept these committees, which assess whether research is responsible, accessible, and aligned with the real needs of modern aesthetic medicine. SEME must fight for autonomy to grant "ethical approval" authorizations to its members who wish to publish their patient results in high-impact scientific journals.
La Medicina Estética ya ocupa un lugar destacado en el ámbito de la salud comunitaria, y cada vez es más reconocida por la sociedad, al abordar aspectos importantes para favorecer la autoestima de la imagen personal y adquirir hábitos saludables de vida. Sin embargo, su avance científico se encuentra frenado por la dificultad para publicar los resultados de las intervenciones que los médicos estéticos practican en sus clínicas. El problema es que muchas de las mejores revistas no aceptan estudios en pacientes si no se dispone de comité ético. Los médicos estéticos no tienen nada fácil el acceso a estos comités, que tienen además un coste económico y burocrático no despreciable.
Esta situación no solo limita el reconocimiento académico de la Medicina Estética como especialidad, sino que también restringe la difusión de nuevas técnicas y tratamientos de interés. A diferencia de los médicos que trabajan en hospitales o universidades, los médicos estéticos suelen trabajar e investigar en sus propias clínicas privadas, donde no cuentan con comités institucionales ni equipos de investigación formal. Sin embargo, siempre que actúan como terapeutas lo hacen a la vez como investigadores, porque les interesa evaluar sus propios resultados, tanto en modo prospectivo como retrospectivo. Tienen la necesidad de observar cómo responden los pacientes, evaluar la eficacia del tratamiento practicado y evaluar los posibles efectos adversos, generando conocimiento nuevo que conviene comunicar en las revistas científicas que tanto nos exigen.
Estamos de acuerdo en que las revistas deben solicitar que todo estudio presentado para publicación cumpla con determinados requisitos éticos, que los médicos debemos tener muy en cuenta, pero en mi opinión no se deberían requerir comités éticos obligatorios para todo tipo de estudios prospectivos1. Tenemos buenas razones para defender este argumento. La más importante es que los médicos estéticos no precisan de la aprobación de comités éticos para efectuar sus intervenciones, ni desde el punto de vista ético ni desde el punto de vista jurídico. La segunda, no menos importante, es que tienen el deber ético de comunicar los resultados que obtienen en sus pacientes si ello supone un beneficio para el avance médico; más si cabe cuando se trata de comunicar efectos adversos y/o complicaciones que suceden al ensayar métodos o equipos de reciente incorporación en el mercado.
Los médicos estéticos no son ajenos a la obligación de actuar bajo rigurosa ética desde que Hipócrates dio el nombre a un juramento, y desde que los jueces les obligan a actuar según la más estricta lex artis ad hoc. El hecho de no disponer de la “aprobación” de comités éticos homologados que les permitan publicar sus resultados no significa que las cosas no se hayan efectuado con toda la ética y legislación necesaria. Nos encontramos con grandes trabajos, con buena calidad metodológica, éticamente incuestionables y con altos grados de satisfacción de los pacientes, que no los podemos publicar en revistas punteras por no disponer del trámite del comité ético.
En este sentido puede decirse que estos comités resultan un lastre para el avance de la Medicina Estética, al bloquear la difusión médica de nuevas intervenciones que no pueden alcanzar determinados medios académicos de comunicación. No estamos hablando de fármacos o de tratamientos con equipos experimentales que se ensayan por primera vez. Nos referimos a la imposibilidad de publicar resultados de tratamientos que efectuamos ética y legalmente, bajo nuestra rutina habitual de trabajo, de productos y equipos médicos que se encuentran comercializados, disponibles en el mercado y que han pasado rigurosos controles, así como de aprobación por comités éticos. Se da la paradoja de que el médico estético está autorizado ética y legalmente para efectuar sus intervenciones, pero se le exige un comité ético para poder publicar sus resultados. La situación es kafkiana cuando sabemos que estamos actuando con total ética y legalidad.
Debieran ser los revisores, y muy especialmente el editor responsable de cada revista, quienes juzgaran la ética en última instancia, valorando si se cumplen normas éticas, y si los materiales y métodos empleados son objetivamente éticos, aunque no se cuente con la autorización expresa de un comité ético reglado y oficial en burocracia. En nuestra experiencia, antes de tener nuestro Comité, conseguimos publicar artículos prospectivos en pacientes con una carta de súplica razonada al editor de la revista explicándole los motivos por los cuales no se ha solicitado la autorización de un comité ético, como intento desesperado de no derrochar información importante y de calidad. A veces funciona, pero ésta no debería ser la norma.
El desarrollo científico de la Medicina Estética depende de la capacidad de los médicos estéticos para publicar sus resultados. Las exigencias metodológicas y éticas actuales constituyen un obstáculo significativo, especialmente para quienes trabajan en un contexto asistencial y práctico2,3. Unos pocos médicos estéticos presentan suficiente autonomía para publicar, pero la mayoría son clínicos prácticos, no académicos, y no disponen de suficientes conocimientos, recursos, ni del tiempo necesario, para diseñar estudios viables y sencillos que cumplan con las exigencias de publicación. También es complicado publicar los resultados en revistas a medida que aumentan de factor de impacto.
Para solventarlo, tenemos empresas especializadas en investigación y publicaciones médicas, que pueden resolver de modo eficiente problemas de diseño de estudios, evaluación de resultados, cálculos estadísticos, redacción y edición de textos, etc. A este menester nos dedicamos nosotros, en el ámbito nacional y de América Latina, y lo que más nos cuesta asimilar es que para evaluar prospectivamente los resultados en nuestros pacientes, y poderlos publicar, debamos solicitar la gestión y asumir el coste económico de los comités éticos como cosa obligatoria. En América Latina las dificultades para obtener acreditaciones de comités éticos, que faciliten la integridad de las investigaciones, y no se limiten a puros trámites, es aún más difícil.
Sabemos lo mucho que cuesta publicar especialmente en revistas anglosajonas, norteamericanas y británicas, muy influyentes en el desarrollo médico mundial. Es erróneo pensar que se necesitan grandes infraestructuras para hacer buenas investigaciones. Lo que necesitamos es adaptar los diseños de los estudios a nuestra dinámica de trabajo, de un modo sistemático, para poder publicar en estas revistas. Lo vemos en los congresos, donde las exigencias para la comunicación de resultados son mucho menores. Algunos de los mejores resultados en Medicina Estética presentados en congresos no constan publicados en revistas de impacto por las exigencias requeridas. Conviene que los diseños sean simples, de ejecución realista, bien planeados desde el principio, con buenas fotografías clínicas estandarizadas antes y después de los tratamientos, y con una buena asesoría de expertos en investigación y publicaciones.
En nuestro Instituto participamos en el desarrollo de investigaciones supervisando la corrección ética y científica hasta que finaliza el estudio, y disponemos de un comité ético independiente de organismos acreditativos y gubernamentales, sin ánimo de lucro, que se ajusta plenamente a los requisitos estipulados en la Declaración de Helsinki3, perfectamente constituido en miembros, funciones y dictámenes, que cumple eficientemente las solicitudes éticas que constan en dicha Declaración4. El aval de nuestro Comité, no sometido a la burocracia legislativa, es una potente herramienta intermedia de apoyo especializado que permite a los médicos estéticos desarrollar estudios de alta calidad, con la validez ética y metodológica exigible, en un contexto donde las fronteras entre tratamiento e investigación no están bien establecidas, y cuanto menos son opinables5,6.
En el entorno europeo, las sociedades científicas y médicas vinculadas a la Medicina Estética deberían crear comités éticos propios para avalar los estudios de sus miembros para difusión en las revistas científicas. Deberían ser comités ágiles y con mínimos o nulos costes, que fomentaran la calidad de las publicaciones. Al ofrecer comités éticos, las sociedades científicas refuerzan su papel como garantes de las mejores prácticas, liderando el desarrollo responsable de los conocimientos especializados. Los comités éticos de las sociedades médicas no deberían estar sometidos a acreditaciones gubernamentales externas, exageradas en burocracia, costosas económicamente y muy ineficientes e innecesarias para una sociedad científica, aportando únicamente un control de las investigaciones al amparo de criterios políticos. La normativa de las revistas exige que la investigación cumpla con la normativa ética de Helsinki y con la aprobación de un comité ético, que debe cumplir unos requisitos bien estipulados, sin necesidad explícita de acreditaciones externas o gubernamentales7,8. Una sociedad médica, como la SEME, debería estar autorizada para disponer de un comité ético autónomo, legal y registrado, sin la necesidad de participación de organismos externos.
Bibliografía
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