Revista científica
de la Sociedad Española de Medicina Estética
Revista científica de la Sociedad Española de Medicina Estética

Vectorización:
de la arquitectura
a la medicina estética

Vectorisation: from architecture
to aesthetic medicine

Autor

Introducción

Desde que en 1861 el anatomista Karl Langer describiera las famosas líneas que llevan su nombre1,2, la piel dejó de considerarse una simple envoltura inerte y pasó a convertirse en un órgano estructural complejo y con cualidades biomecánicas. Las líneas de Langer, también llamadas líneas de separación, corresponden a la orientación natural de las fibras de colágeno en la dermis, por lo que tienen relevancia para la ciencia forense y la aplicación de técnicas quirúrgicas. Fueron descritas después de haber sometido pedazos inertes de piel a diversos traumatismos y observar la forma en que dicha piel se desgarraba.

Sin embargo, en un organismo vivo todos sus tejidos, incluyendo la piel, se ven sometidos constantemente a la influencia de fuerzas externas, incluyendo el peso de los propios tejidos3. Tanto si esta deformación es puntual como si obedece a un proceso de envejecimiento progresivo, se han observado cambios determinantes en la estructura celular de la epidermis debidos al envejecimiento4.

La piel humana tiene una gran capacidad de distensión y deformación ante la acción de fuerzas externas. Se puede comprender más fácilmente asimilándola a un material elástico sometido a leyes mecánicas. El módulo de elasticidad longitudinal, o módulo de Young, define la relación entre carga y tensión en la estructura de la piel, haciendo referencia a la resistencia de la piel frente a una elongación elástica, según la dirección en la que se aplica una fuerza5. Más allá de estas leyes, el módulo de Young de la piel es muy variable dependiendo de los estudios que se consulten6‑9, lo que pone en evidencia la enorme variación que muestran las propiedades mecánicas de la piel, dependiendo de su localización anatómica y de lo avanzado que esté el proceso de envejecimiento; durante este proceso, la piel se vuelve más fina y rígida, menos tirante y flexible3, cambiando estas propiedades mecánicas a lo largo del envejecimiento progresivo.

El proceso de envejecimiento no se limita a la piel, sino que incluye los cambios en el hueso y otros tejidos blandos, como músculos, ligamentos, grasa y piel, acelerados por el efecto de la gravedad10.

Antecedentes

Las técnicas de rejuvenecimiento facial mínimamente invasivas han sufrido una importante evolución a lo largo de la última década. Hasta el año 2008, se encuentran numerosos estudios que basan el rejuvenecimiento en el uso del ácido hialurónico (AH) como material de relleno en áreas específicas11,12; podría decirse que fue la era de la voluminización. A partir de esa fecha, se comienzan a asimilar conceptos mecánicos más avanzados y una visión de la piel como un órgano dinámico, sometido a fuerzas de tensión que determinan su envejecimiento. Se publican artículos originales que cambian la perspectiva, como el estudio de Manuell Lee que describe columnas de tracción mediante aplicaciones en forma direccional de vectores de AH reticulado, para corregir la ptosis tisular13, o el magistral abordaje tridimensional de Amselem, donde explica los diferentes ejes del espacio y establece la fórmula del rejuvenecimiento facial integral como el sumatorio de rellenos, la reestructuración metabólica, el reposicionamiento de estructuras que ceden y la retroproyección de planos que se pierden, introduciendo el concepto de efecto en tienda de campaña14. Empieza la era de la vectorización.

La tendencia actual

En la medicina estética actual, vectorización es la palabra de moda. En el congreso de la SEME de 2014, hubo seis ponencias relacionadas con este concepto, tanto en tratamientos faciales como corporales15. Cada vez se habla más de la importancia de tratar la flacidez antes que las arrugas y que el gran reto actual es reposicionar y elevar los tejidos que se rinden ante la gravedad. Esto se puede conseguir mediante la vectorización, trabajar la piel con vectores de fuerza positiva que compensan el vector negativo de la gravedad, recuperando el óvalo facial propio de las caras jóvenes16. Sin embargo, hay diferentes versiones y criterios sobre cómo deben desarrollarse estas técnicas de vectorización, dando lugar a encendidas discusiones entre expertos.

Una propuesta personal, de la arquitectura a la medicina estética

En primer lugar, debe entenderse el vector negativo como el módulo de Young, que define la tensión a la que es sometido un tejido blando por la acción constante que la fuerza de la gravedad ejerce sobre él. La intervención del médico experto en rejuvenecimiento será definir unos vectores positivos orientados hacia puntos fijos y no deformables, que sean capaces de soportar la fuerza mecánica de la gravedad.

Desde hace siglos, ingenieros y arquitectos construyen estructuras y puentes suspendidos de cables tensores que soportan grandes cargas de tracción y se denominan atirantados17,18. De igual forma, el médico debe tratar de elevar los tejidos mediante el implante de hilos y la aplicación de bioestimuladores de nuevas fibras de colágeno.

Ingenieros y arquitectos utilizan cables tensores, que serían el equivalente a los vectores empleados para distribuir la fuerza mecánica de la gravedad y la carga soportada hacia un punto fijo. Ellos saben perfectamente que los cables no son estructuras autoportantes; el diseño exigirá estructuras auxiliares que sostengan esos cables a alturas importantes. El puente atirantado es una plataforma muy pesada, que tiende a caerse y se sostiene por medio de cables tensores que traccionan hacia un punto fijo o anclaje (Figura 1). Si éste cediera, la plataforma se caería18. Sin embargo, en las técnicas empleadas en medicina estética muchas veces no se sabe con exactitud qué puntos fijos emplear para conseguir el mejor resultado. De hecho, se puede comprobar que algunos expertos en rejuvenecimiento ni siquiera le dan importancia a estos puntos fijos o anclajes19. Es de vital importancia entender que un cable tensor, al ser sometido a una fuerza de tracción, tiende a retraerse de manera simétrica, de forma que ambos extremos del cable se aproximan hacia el centro. Sin embargo, cuando uno de esos extremos está fijo a un anclaje, es el otro extremo el que tiende a aproximarse hacia dicho anclaje, ejerciendo una importante tracción mecánica que es capaz de levantar grandes pesos.

Figura 1
Figura 1. Puente en Talavera de la Reina (Toledo).

Si se repasa minuciosamente la anatomía de la cara, hay distintas estructuras de soporte para los tejidos blandos del tercio medio facial, que es la zona que más interesa tratar, ya que su laxitud y el descenso de la grasa malar son, en gran parte, responsables del envejecimiento global de la cara. Concretamente, hay una importante relación entre el hueso cigomático y la piel por medio del ligamento cigomático cutáneo, por lo que se debe tener muy en cuenta esta estructura cada vez que se quiera realizar con éxito un tratamiento de rejuvenecimiento facial global20‑25. Esta estructura constituye un anclaje muy útil que no debe perderse de vista cuando se planifica un tratamiento con hilos PDO, bioplastia con AH o vectorización con hidroxiapatita de calcio.

Figura 2
Figura 2. El ligamento cigomático-cutáneo. Tomado de Mendelson (2013)20.

En mi práctica diaria, cada vez que abordo un nuevo tratamiento de rejuvenecimiento facial, intento representar mentalmente la estructura de los puentes atirantados y plasmarla gráficamente sobre los puntos de anclaje y tejidos blandos del paciente. Estableciendo analogías sencillas, la plataforma del puente es el tejido blando que se quiere elevar y el punto fijo es el anclaje en el arco y ligamento cigomático cutáneo (Figura 2). El tratamiento consiste en implantar a nivel dérmico el bioestimulador adecuado que conecte los tejidos blandos, que sufren los efectos de la flacidez, con una estructura anatómica fija que actúe como anclaje, simulando los cables tensores de un puente atirantado. Se puede elegir el bioestimulador con el que se esté más familiarizado para realizar esta técnica.

Si se utiliza la hidroxiapatita de calcio, hay que introducir una cánula 25G de 40‑50 mm de longitud, hasta alcanzar el punto con el ligamento cigomático cutáneo y después repartir la cantidad deseada con múltiples trayectos retrotrazantes en abanico. También se puede utilizar una aguja 27G de 40 mm, iniciando con un pequeño bolo de relleno que refuerce la estructura del ligamento cigomático cutáneo.

Si se utilizan hilos PDO, es recomendable buscar un punto fijo más alejado, pues estos hilos son más largos que el trayecto que se puede hacer con una cánula, y se buscará un buen anclaje en el temporal o en la parte superior y más lateral del arco cigomático.

En cualquier caso, la técnica de rejuvenecimiento facial del puente atirantado establece la comparativa con técnicas de construcción que llevan siglos utilizándose con éxito y ofrecen al médico estético un ejemplo claro de eficiencia en la utilización de materiales inyectables.

Conclusiones

La piel humana tiene una gran capacidad de distensión y deformación por la acción de fuerzas externas. Es fácil comprenderla como un material elástico sometido a leyes mecánicas que definen sus propiedades. Estas propiedades mecánicas cambian a lo largo del envejecimiento progresivo.

Hasta el año 2008, hay numerosos estudios que basan el rejuvenecimiento en el uso del AH como material de relleno en áreas específicas. La vectorización explica los diferentes ejes del espacio y establece la fórmula del rejuvenecimiento facial integral como el sumatorio de rellenos, reestructuración metabólica, reposicionamiento de estructuras que ceden y retroproyección de planos que se pierden.

Desde hace siglos, ingenieros y arquitectos construyen estructuras y puentes atirantados suspendidos de cables tensores que soportan grandes cargas de tracción. De igual forma, los médicos pueden elevar los tejidos mediante el implante de hilos y bioestimuladores de nuevas fibras de colágeno.

Hay una importante relación entre el hueso cigomático y la piel por medio del ligamento cigomático cutáneo. Esta estructura de anclaje debe tenerse muy en cuenta si se quiere realizar con éxito un tratamiento de rejuvenecimiento facial global. El bioestimulador adecuado se sitúa a nivel dérmico conectando los tejidos blandos, que sufren los efectos de la flacidez, con una estructura anatómica fija que actúe como anclaje. La técnica de rejuvenecimiento facial del puente atirantado ofrece al médico estético un ejemplo claro de eficiencia en la utilización de materiales inyectables.

Conflicto de intereses

El autor declara no tener conflicto de intereses en la redacción de este artículo.

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