Tratamiento para la armonización
del perfil facial basado en
la antropometría directa.
A propósito de un caso
based on direct anthropometry. Case report
Introducción
La armonización facial es un procedimiento de medicina estética que consiste en realizar un examen exhaustivo de la morfología del rostro, obteniendo sus medidas, las proporciones y las relaciones entre las distintas partes que lo componen; lo que se conoce como estudio antropométrico. Este conocimiento permite elegir el tratamiento médico adecuado para conseguir el equilibrio entre las partes, considerando el rostro como un todo. La armonía puede determinarse por el cociente de las relaciones entre las medidas de las distintas áreas de la cara. Las alteraciones de estas relaciones, sobre todo en determinadas áreas como la nariz, la boca y los ojos, producen disarmonías y desproporciones que alteran la calidad estética de la cara1.
Las proporciones y el orden buscan enaltecer la belleza. Las ciencias sociales y artísticas, la historia, la filosofía, la sociología y la psicología definen la belleza como una experiencia perceptiva y personal que proporciona placer y satisfacción. Las primeras tentativas de definir la belleza en términos matemáticos se remontan al Antiguo Egipto. No obstante, es en la Grecia clásica cuando la belleza adquiere definición, proporción y armonía por parte de escultores, arquitectos, matemáticos y filósofos2. Según Aristóteles: “bello es aquello que, además de bueno, es agradable”.
Lo bello tiene dos componentes esenciales, la simetría y la proporción3. La belleza facial está definida por una combinación de promedio y proporción, simetría o armonía y el tamaño del rasgo4. Es un concepto complejo que, a lo largo de la historia, los humanos han desarrollado tratando de descubrir cómo lograr la belleza perfecta. De ahí deriva la introducción de parámetros matemáticos para poder replicar el estándar de belleza de manera antropométrica; alcanzándose el máximo esplendor en el análisis de las proporciones faciales tras los estudios de Leonardo da Vinci y Albrecht Dürer5. Leonardo da Vinci, esquematizó numerosos rostros para determinar geométricamente lo que denominó “las divinas proporciones”; siendo muchas de sus medidas y divisiones utilizadas hoy como herramientas básicas en escuelas de arte.
La antropometría facial estudia las dimensiones y las relaciones de la cara utilizando como referencia puntos situados en las partes blandas. Según algunos estudios demográficos se considera que los rasgos más significativos que definen la belleza son el ángulo mandibular, el contorno del óvalo de la cara, el volumen y la proporción de los labios, la configuración del mentón y la forma de la nariz6.
La antropometría dispone de dos métodos para obtener información del sujeto que es objeto de estudio7. El método directo consiste en la medición de puntos en el sujeto por un examinador, utilizando como instrumentos la regla, el calibrador o transportador de ángulos, el pie de rey y el compás de espesor. El método indirecto emplea los modelos de yeso, la fotogrametría y la cefalometría. La fotogrametría realiza medidas tomadas de fotografías estandarizadas y la cefalometría utiliza puntos de referencia óseos en radiografías determinadas. Las fotografías útiles en la antropometría indirecta deben tener un tamaño real; aunque las realizadas en la consulta normalmente tienen inexactitudes debido a la incapacidad para poner de manifiesto algunos puntos de referencia; además de la incapacidad para palpar el hueso subyacente a estos puntos. Tanto un método como otro obtienen resultados similares en manos expertas8.
Se ha realizado el estudio antropométrico sistematizado de un caso para la armonización del perfil facial. La metodología ha considerado las distintas partes del rostro implicadas como unidades estéticas desde diferentes ángulos de visión: general frontal y lateral, nasal frontal y lateral, labial frontal y lateral, sonrisa, y mentón frontal y lateral.
En cada una de las unidades se valoraron las dimensiones particulares y se analizaron sus relaciones con respecto a las otras unidades antes mencionadas. Los resultados obtenidos se compararon con las referencias antropométricas, encontradas en la literatura, consideradas como armónicas.
Caso clínico
Paciente de 26 años, sin antecedentes médicos de interés; fototipo II‑III según la clasificación de Fitzpatrick, y grado de envejecimiento Glogau tipo 1. No refiere alergias a medicamentos, anestésicos ni alimentos. Nunca se ha realizado tratamiento alguno de medicina estética. Consulta para mejorar su perfil, y manifiesta que no le gusta su nariz ni el labio superior.
En la visión frontal destaca que, dentro de los cánones clásicos establecidos como armónicos, solo cumple la proporción naso-oral; dicha relación establece que el ancho de la boca debe ser 1,5 veces superior al ancho de la nariz (Figura 1). El tercio superior tiene menos altura que el tercio medio e inferior; aunque estos tienen las mismas proporciones. Se aprecia simetría y su contorno es redondeado siendo el índice facial, relación entre la anchura y altura del rostro, de 95%, lo que permite clasificarla como tipo hiperleptoprosopo7.
El ángulo de apertura facial, formado por la intersección de las líneas que pasan por las comisuras bucales y el canto externo de los ojos es de 37°, lo que clasifica a la paciente como mesotipo facial dolicocefálica8. En la visión general se aprecia falta de proyección lateral del pómulo, aunque no se considerará a efectos del tratamiento proyectado.
En la visión general lateral (Figura 2) se estudiaron los ángulos faciales, fronto-nasal, naso-labial y labio-mental, resultando que no eran proporcionados9. El plan de tratamiento para su armonización debería pasar por elevar discretamente la punta y la raíz nasal para evertir ligeramente el bermellón superior y mantener un ángulo naso-labial armónico. También cabe plantearse proyectar el mentón sutilmente para cerrar el ángulo labio-mental.
Al observar de frente la unidad nasal frontal puede apreciarse que la distancia de nasión a domus es de 47,6 mm, muy similar a la que presenta de estomio a mentón7. El dorso nasal es ancho, sin desviación, los lóbulos son continuos y la punta nasal normal. El ancho de la nariz, de 32,1 mm, permite calcular que su índice nasal (proporción de altura respecto a la anchura) es de 67,4%, clasificándola como leptorrina (Figura 3). Esta visión frontal de la nariz no influirá en el plan de tratamiento.
Cuando se observa la unidad nasal lateral se evidencian distintas disarmonías (Figura 4). El nasión está bajo con relación a la altura del pliegue palpebral en la posición natural de la cabeza10; el radix es normal tomando como referencia la distancia del plano corneal al plano facial, de 3,5 a 9,5 mm7. La deformidad que presenta el dorso nasal, por nasión bajo y punta nasal caída, se denomina pseudocifosis; acentuada por un supratip hundido, cuya posición debería estar 1 o 2 mm por encima del domus.
Se trata de una nariz poco proyectada, teniendo en cuenta la proporción de Googe9,11, que valora la relación entre la altura nasal y la distancia del ala a la punta en horizontal, siendo lo normal 0,55‑0,60 mm. En este caso es de 0,48 mm, correspondiendo a un ángulo naso-facial de 32°. Además, es poco profunda si se toma como referencia que la profundidad de la nariz debe de ser 1/3 de la distancia desde subnasal hasta antitrago; lo que tampoco se cumple. Con estos hallazgos, para la armonización natural del perfil, se planteará tratar el nasión, la punta nasal, el supratip, la raíz nasal y el bermellón del labio superior.
La exploración de los labios en la visión frontal se centra en observar si existe equilibrio y/o falta de estructura. En este caso, los labios son jóvenes, presentando como principal disarmonía que el labio superior es corto, siendo la relación labio superior con respecto al inferior es de 7,3/8,3. Presenta sellado labial completo y la posición de las comisuras es horizontal. La contracción del orbicular provoca un grado tipo 1 (Figura 5). El estudio lateral de los labios pone más de manifiesto el acortamiento del labio superior, así como la retroquelia acompañante, tomando como referencia la línea de Stein15,16.
Otro aspecto para considerar es valorar la armonía de la sonrisa12. En este caso, la sonrisa es simétrica, comisural, con frenillo labial superior, arco plano, zona elíptica, y exposición distanciada del labio superior. La amplitud de la sonrisa se considera de grado 3, con corredores medios y línea de la sonrisa inferior media. En este caso solo es destacable, alterando la armonía, una sonrisa gingival de grado 113,14. Para la corrección de esta bastará con aumentar el bermellón mucoso del labio superior que, a la vez, mejorará el perfil lateral del labio (Figura 6).
El tercio inferior, en cuanto a proporción, mantiene cierto equilibrio con respecto al tercio medio, aunque su longitud debería ser mayor15, al menos un 80%, en relación con el largo efectivo de la mandíbula, que es la distancia desde pogonion a punto del ángulo mandibular o gonion17,18. No obstante, si se elongara el tercio inferior, aumentaría más la principal disarmonía del tercio inferior, que es el labio corto (Figura 7).
En el tercio inferior, se optó por una remodelación del mentón sin proyectarlo en exceso y se evertió el bermellón del labio superior para mejorar el ángulo labio-mental. Con estas actuaciones se corrigió la disarmonía en la longitud del tercio inferior y su relación con el contorno mandibular. De igual manera, se actuó rectificando el nasión, corrigiendo el hundimiento del supratip, actuando sobre la raíz y la punta nasal. En conjunto, se ha logrado dotar de armonía al rostro de la paciente con actuaciones puntuales, discretas y guiadas a través del estudio antropométrico (Figura 8).
Discusión
Es importante considerar las relaciones existentes entre las distintas unidades estéticas, lo que facilitará tener una guía individualizada para el tratamiento que precise la armonización del perfil14‑16. También debe prevalecer el respeto hacia las proporciones previas que exhibía el paciente, con la finalidad de mantener su naturalidad.
La aplicación de esta metodología requiere como premisa fundamental la inversión de tiempo para el diagnóstico y la planificación precisa del tratamiento. Hay que considerar que solo con la simple inspección, y sin referencias objetivas, resulta difícil la elaboración de un plan de tratamiento19,20. Es obligado realizar el correspondiente análisis antropométrico, teniendo como referencia, al menos, los puntos y proporciones que se han mencionado. Todo ello proporcionará una base sólida para obtener resultados armoniosos y naturales.
Conclusiones
La realización de una exploración sistematizada y protocolizada, basada en datos físicos objetivos y medibles proporciona un diagnóstico de aplicación general, que conlleva a un plan de tratamiento deducible de las conclusiones diagnosticas, con resultados medibles, ajustados a un tratamiento personalizado que respeta la naturalidad y personalidad del paciente.
Un plan protocolizado aumenta la satisfacción del paciente, que se siente único con el estudio personalizado; así como la satisfacción del profesional, cuya inversión en la exploración, el diagnóstico y la planificación del tratamiento lo diferencia del resto de profesiones relacionadas con la estética.
Declaración
La autora declara que ha seguido su propia metodología, obteniendo el consentimiento informado para la publicación de datos del paciente y sus fotografías. Asimismo, declara no haber recibido financiación alguna para llevar a cabo este artículo, ni tampoco posee conflicto de intereses.
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