Revista científica
de la Sociedad Española de Medicina Estética
Revista científica de la Sociedad Española de Medicina Estética

Lácteos, obesidad y
problemas relacionados

Dairy, obesity and related problems

Autor

Introducción

La leche aporta cantidades importantes de diversos nutrientes. Con 250 ml de leche se obtiene un porcentaje importante de los requerimientos diarios de un adulto humano; aproximadamente 30% del calcio, 25% de la vitamina D, 16% de las proteínas, 11% del potasio, 10% de vitamina A, 22% de vitamina B12, 26% de riboflavina, 10% de niacina, 25% del fósforo y 7% del magnesio.

Además, los lácteos suelen ser la primera fuente de calcio nutricional en las dietas occidentales. Entre un 60 y 80% de los jóvenes no alcanzan a tomar con su dieta las aportaciones aconsejadas de calcio. Diversos estudios han demostrado una menor tasa de mortalidad global y, por diversas causas, en los grupos de población que muestran ingestas más altas de lácteos1‑3.

Elwood et al1 destacan el menor riesgo relativo (RR) de mortalidad por distintas enfermedades (excepto el cáncer de próstata) en la población de Inglaterra y Gales, que tiene un alto consumo de lácteos en comparación con el grupo con menor consumo. Así, el RR medio de mortalidad por enfermedad isquémica cardiaca es de 0,81, por accidentes cerebrovasculares de 0,79, por diabetes de 0,92, por cáncer colorrectal de 0,78 y por cáncer de vejiga de 0,82 para el grupo de población con altos consumos de lácteos. Sin embargo, el RR medio de mortalidad por cáncer de próstata aumenta discretamente hasta 1,06 en los altos consumidores de lácteos.

Referente a la correlación de los lácteos con el sobrepeso, la obesidad y algunas de sus consecuencias, se revisarán diferentes estudios que muestran los efectos de estos productos lácteos en el peso corporal y se hará una breve referencia a la correlación de los lácteos con el síndrome metabólico, la diabetes y la tensión arterial.

Lácteos y peso corporal

Davies et al4 demostraron una relación inversa entre el consumo de calcio y el índice de masa corporal (IMC). También se muestra una menor tendencia a ganar peso en el grupo cuya ingesta de calcio era más alta. Heany5 ha confirmado esta relación. En otro estudio se ha descrito un menor porcentaje de grasa en el grupo de mujeres con una más alta ingesta de calcio6 y por su parte, Jacqmain et al7 y Pereira et al8 han descrito una menor tendencia a la obesidad y a la resistencia a la insulina en los grupos con un mayor consumo de lácteos. Barba et al9 han observado un menor IMC en los niños con una frecuencia mayor de consumo de leche.

Otro ejemplo, lo constituye la investigación de Brooks et al10, que encontraron que un aumento en la ingesta de calcio y de lácteos desnatados se asociaba con una menor adiposidad abdominal, en especial en jóvenes blancos adultos.

Otros estudios han señalado una relación inversa entre consumo de lácteos e IMC y el perímetro de la cintura11. Incluso Heany5 ha propuesto que aumentando la ingesta de calcio puede descender la obesidad entre un 60 y un 80%.

Lácteos en dietas hipocalóricas

Figura 1
Figura 1. Pérdida de grasa total y troncular con aumento de masa magra aplicando dietas hipocalóricas con bajo y alto contenido de lácteos. Tomado de Zemel et al (2005)13.

Zemel et al12 en un estudio con dietas que restringían 500 kcal/día en un grupo de pacientes con ingestas de calcio bajas (400‑500 mg, como suplemento), medias (800 mg, como suplemento) y altas (1200‑1300 mg, como lácteos), observaron que los pacientes con la ingesta más alta en calcio perdieron un 70% más de peso que los del grupo con baja ingesta de calcio y un mayor porcentaje de grasa total, especialmente troncular, que constituía un 66% de la grasa perdida frente al 25% de dicha grasa, que perdían los pacientes con bajo aporte de calcio.

Figura 2
Figura 2. Pérdida de volumen de grasa visceral y troncular con dieta hipocalórica y ejercicio, en relación con la ingesta de calcio. Resultados en 90 mujeres premenopáusicas, 30 por cada grupo, después de 16 semanas de dieta y ejercicio. APLD: proteínas adecuadas, ingesta baja de lácteos. APMD: proteínas adecuadas, ingesta media de lácteos. HPHD: ingesta alta de proteínas, ingesta alta de lácteos. Tomado de Josse et al (2011)15.

En otro estudio, Zemel et al13 demostraron una mayor pérdida de peso, grasa total, grasa troncular y perímetro de la cintura en los grupos de pacientes que tomaban mayores cantidades de lácteos en su dieta hipocalórica, conservando e incluso incrementando la masa magra (Figura 1). Este mismo autor y su grupo observaron a su vez una mayor pérdida de grasa con una dieta hipocalórica consumiendo yogures14. Una ingesta más alta en lácteos, en dietas hipocalóricas con suficientes proteínas, facilitaba la pérdida de grasa troncular y visceral, manteniendo o incluso incrementando la masa magra (Figura 2)15.

Rosado et al16, en un estudio de intervención, también encontraron una mayor pérdida de peso y del IMC en las dietas hipocalóricas ricas en lácteos y suplementadas con vitaminas y fibra.

Las seroproteínas pueden contribuir a la regulación del peso corporal por proveer señales de saciedad, que afectan a la regulación de la ingesta de alimentos, ya sea directamente por las seroproteínas de forma aislada, por péptidos bioactivos, por alguno de los aminoácidos producidos por su digestión o por una acción combinada con otros constituyentes de la leche, como es el calcio17,18.

Mecanismos de acción

Figura 3
Figura 3. Mecanismos de acción propuestos, según Zemel (2001, 2003)19,20.

Se ha propuesto que altas cantidades de calcio disminuyen la concentración de 1,25-dihidroxicalciferol (calcitriol) y así baja la entrada de calcio en el adipocito, disminuyendo la síntesis de triglicéridos y facilitando la lipolisis19,20.

Además, la disminución del calcitriol por la alta ingesta de calcio también conlleva una menor entrada de calcio a la célula beta pancreática lo que, a su vez, implica una menor secreción de insulina y secundariamente una menor actividad de la síntesis de triglicéridos en el adipocito, así como una mayor actividad lipolítica, con el consiguiente descenso de los depósitos de triglicéridos del tejido adiposo. La Figura 3 esquematiza ambos mecanismos propuestos19,20.

Por su parte, las proteínas del suero de la leche inhiben el enzima de conversión de la angiotensina. De esta forma pueden disminuir la síntesis de triglicéridos por el adipocito, facilitando la pérdida de grasa20.

En resumen, es importante recordar en relación con los lácteos y la pérdida de peso que:

  • El calcio de la dieta modula el calcitriol (vitamina D activa, 1,25-dihidrocalciferol) plasmático, que a su vez regula el calcio intracelular, que afecta al metabolismo lipídico en los adipocitos humanos21.
  • Al reducir los niveles de calcitriol, aumentando el calcio de la dieta, conduce a una disminución de la grasa corporal, aún sin dieta hipocalórica, y aumenta de forma considerable la pérdida de peso y grasa durante la restricción calórica y reduce la recuperación del peso y grasa perdidos.
  • Las fuentes lácteas de calcio son más efectivas (50‑100%) que los suplementos de calcio para reducir el peso y la grasa corporal con restricción calórica.
  • Una parte de este efecto extra anti obesidad se atribuye a la actividad inhibidora de la enzima de conversión de la angiotensina de las seroproteínas de la leche y a la elevada concentración de aminoácidos ramificados.
  • Este efecto antiobesidad del calcio y de los lácteos está avalado por numerosos estudios de su mecanismo de acción a nivel celular, estudios en animales y estudios epidemiológicos y clínicos en humanos.
  • La incorporación de lácteos en el control del peso corporal se asocia con la conservación de la masa magra durante la restricción calórica.

Lácteos y síndrome metabólico

En diferentes estudios casos-control se ha demostrado una relación inversa entre consumo de lácteos y frecuencia del síndrome metabólico, y una mejor situación de los distintos componentes del síndrome en los grupos de población con una tasa más alta de consumo de lácteos.

En el estudio NHANES 1999-2004 se encontró dicha relación inversa22. Azadbakht et al23 en adultos mostraron también una relación inversa entre el consumo de lácteos y la prevalencia del síndrome metabólico, con diferencias, discretamente significativas en el porcentaje de pacientes del cuartil más bajo, frente al más alto de consumo de lácteos, en todos los componentes del síndrome. Así entre los varones que ingieren menos lácteos (cuartil inferior) y los que ingieren más (cuartil superior) el RR para el síndrome metabólico pasa de 1,0 a 0,3824.

Lácteos y diabetes

Se ha detectado una menor secreción de insulina en los pacientes con una ingesta más alta de calcio13. Entre los varones que ingieren menos lácteos (cuartil inferior) y los que ingieren más (cuartil superior) el RR para la incidencia de diabetes pasa de 1,0 a 0,5724.

Figura 4
Figura 4. Riesgo relativo de diabetes tipo 2 según la ingesta de calcio y vitamina D. Tomado de Pittas et al (2007)26.

En varios estudios de cohortes y en estudios prospectivos se ha encontrado una relación inversa entre el consumo de lácteos y la frecuencia de diabetes2. En el estudio de Nurses Health Study, con más de 37.000 mujeres entre 24 y 42 años, se confirmó esta menor frecuencia de diabetes en el grupo con más alto consumo de lácteos25‑27. Por lo tanto, se ha observado un menor riesgo en consumos altos y un mayor riesgo en consumos bajos, tanto de calcio como de vitamina D. La Figura 4 muestra estas correlaciones entre consumo de calcio, consumo de vitamina D y riesgo de diabetes tipo 226.

Por último, si a los pacientes con sobrepeso se les suplementa con seroproteínas es posible encontrar una menor secreción de insulina y una mejora en la resistencia a la misma28.

Lácteos e hipertensión

Figura 5
Figura 5. Cambios en la tensión sistólica y diastólica con dietas hipocalóricas bajas o altas en lácteos. Tomado de Zemel et al (2005)13.

En cuanto a la hipertensión, Zemel et al13 demostraron un descenso de la tensión arterial, tanto sistólica como diastólica, en los pacientes con dietas hipocalóricas ricas en calcio, en comparación con un grupo cuya ingesta era pobre en calcio (Figura 5).

En el estudio prospectivo y de cohortes de 9 años Atherosclerosis Risk in Communities Study (ARIC), en el que participaron 6.912 blancos y 1.296 afroamericanos no hipertensos, de 45 a 64 años al inicio de este, incluyendo hombres y mujeres, se observó que los que consumían 3 o más raciones de leche desnatada la TA disminuía unos 2,7 mm Hg más que en los que tomaban menos de una ración por semana, pero solo en los blancos. Una ingesta más alta de leche desnatada se correlacionaba con un menor aumento de la tensión arterial en la población blanca, pero no en los afroamericanos22.

Figura 6
Figura 6. Mecanismo de acción del calcio sobre la tensión arterial. Tomado de Zemel (2001)19.

En la Figura 6 esquematiza uno de los mecanismos propuestos sobre la acción del calcio y los lácteos en la tensión arterial19. Uno de los mecanismos de acción propuesto para estos efectos de los lácteos sobre la tensión arterial, es la menor formación del derivado activo de la vitamina D, el 1,25-dihidroxicalciferol (calcitriol) por una ingesta mayor de calcio. Estos niveles más bajos de calcitriol harían que entrase menos calcio en las células musculares lisas de la pared de los vasos, originando una menor contracción de estas y, por tanto, una menor resistencia19. Parece ser que también puede contribuir a una menor tensión arterial el efecto inhibidor de la enzima de conversión de la angiotensina (ECA) de las proteínas del suero de la leche29.

Conclusiones

Los lácteos aportan muchos nutrientes importantes y deberían ser la fuente principal de calcio. Un elevado porcentaje de la población no cubre los requerimientos de calcio con la dieta, a pesar del gran interés en mantener o reducir el peso corporal.

Los lácteos moderan la ganancia de grasa y pueden facilitar su pérdida, preservando la masa magra. Existe una correlación inversa entre la ingesta de calcio y lácteos y el síndrome metabólico. Existe, también, una correlación inversa entre la ingesta de calcio y lácteos y la incidencia de la diabetes. Además, los lácteos pueden contribuir al control de la tensión arterial.

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