Revista científica
de la Sociedad Española de Medicina Estética
Revista científica de la Sociedad Española de Medicina Estética

Elaborar un plan de seguridad en medicina estética. Una necesidad inaplazable

The formulation of a safety plan in aesthetic medicine is an imperative necessity that cannot be postponed

Autor

Introducción

La seguridad es un principio fundamental en todo acto médico y, además, un componente crítico de la gestión de la calidad que se presta al paciente. Hipócrates, en el año 460 a. C., dijo: “primun non nocere”, ante todo no hacer daño. Sin embargo, hasta hace pocos años no se ha prestado especial relevancia a los temas relativos a la seguridad, a pesar de que la asistencia sanitaria se enfrenta al desafío de una amplia gama de problemas en este campo. Los efectos adversos (EA) y los errores que afectan a los pacientes y ciudadanos ya se recogen en el documento elaborado por la Consejería de Salud de la Junta de Andalucía en 2006, Estrategia para la Seguridad del Paciente, mostrando que pueden ser el resultado de recursos inadecuados, de procesos y sistemas poco seguros y de errores de los propios profesionales en el momento de la intervención1. Rara vez el daño es intencional, pero el hecho es que los pacientes sufren perjuicios en el proceso de obtención de atención sanitaria, todos los días y en todos los países del mundo.

Se calcula que sólo se notifican el 5% de los EA que ocurren. Por cada EA grave tienen lugar 29 EA leves y 300 incidentes potenciales (nearmiss). Entre un 8,8% y un 13,6% de los EA provocan el fallecimiento del enfermo, lo que suponen ser la octava causa de muerte en el mundo, produciendo al año más fallecimientos que el SIDA, el cáncer de mama y los accidentes de tráfico.

En 2008, la mencionada Consejería edita varios folletos didácticos relacionados con la higiene de manos. Desde las primeras publicaciones de la Consejería, la importancia de los temas relacionados con la seguridad ha ido incrementándose. La Agencia de Calidad Andaluza ha creado recientemente el Observatorio para la Seguridad del Paciente, herramienta web pionera en toda España, con una gran potencia en el desarrollo de la seguridad en la atención sanitaria (juntadeandalucia.es/​agenciadecalidadsanitaria).

Además, tanto en el ámbito nacional como internacional, otros organismos se encargan y velan por la seguridad del paciente. Entre ellos destaca la World Alliance for Patient Safety, dependiente de la Organización Mundial de la Salud (OMS)2. En 2007, avalada por la Joint Commission, publicó el documento “9 Soluciones para la Seguridad del Paciente”, donde define el concepto “solución para la seguridad del paciente” como “todo diseño o intervención del sistema que haya demostrado la capacidad de prevenir o mitigar el daño al paciente proveniente de los procesos de atención sanitaria”.

Gran relevancia tiene también la National Patient Safety Agency del National Health System (NHS), que recientemente ha publicado los 7 pasos para la seguridad del paciente, que son un marco de referencia para la elaboración de un plan de seguridad3:

  1. Construir cultura de seguridad abierta y positiva.
  2. Liderar y apoyar al personal con objetivos claros y consistentes en las organizaciones.
  3. Integrar la gestión de riesgos en los procesos de trabajo.
  4. Fomentar la comunicación de errores.
  5. Involucrar a los pacientes.
  6. Aprender de los errores y compartir lo aprendido.
  7. Implantar soluciones para prevenir.

Otros organismos internacionales de referencia en este campo son la Fundación Avedis Donavedian y la Fundación Mapfre Medicina; esta última tiene un centro de investigación específico para la seguridad clínica de los pacientes. A nivel estatal los organismos públicos se han preocupado de forma creciente de los temas de seguridad. El Ministerio de Sanidad publicó varios documentos en 2008 referentes a diversos aspectos de la misma, que suponen un aporte al desarrollo y consolidación de las estrategias de seguridad en el Sistema Nacional de Salud.

A pesar de todos estos avances, pocos artículos se han publicado en España que hagan referencia a programas de seguridad y ninguno específico para medicina estética (ME). Por otro lado, no existe un registro oficial de EA en esta práctica clínica. Por ello se presenta una propuesta para la elaboración de un plan de seguridad en esta área.

Metodología para la redacción de un plan de seguridad

La elaboración de un plan de seguridad en la consulta de ME sigue los mismos principios que en cualquier otra disciplina médica, y se basa en una serie de pasos sucesivos, como los que siguen.

  1. Seleccionar y reunir un grupo de expertos que asuma la coordinación efectiva, el soporte metodológico y la logística de trabajo.
  2. Constituir un grupo de trabajo compuesto por profesionales expertos en ME, sensibilizados con los temas de seguridad en este campo.
  3. Revisión bibliográfica actualizada del conocimiento actual sobre el tema.
  4. Representación gráfica, mediante diagramas, de los procesos más frecuentes que tienen lugar en la consulta de ME, como podrían ser la aplicación de toxina botulínica y los materiales de relleno.
  5. Tormenta de ideas (brainstorming) por los componentes del grupo de trabajo para la identificación y catalogación de EA, para elaborar posteriormente un mapa de riesgo de estos.
  6. Realización de un índice de prioridad de riesgo (IPR), que valora cada fallo desde el punto de vista de la gravedad, la frecuencia y la detección (Tabla I).
  7. Elaboración de un análisis modal de fallos y efectos (AMFE), partiendo del EA, que permita identificar el fallo y la causa que lo ha motivado (Tabla II).
  8. Diseño del plan de prevención a partir de cada fallo/causa, designando responsables de cada tarea a realizar.
  9. Registro posterior de los EA que se produzcan, realizando un análisis causa-raíz de los que se vayan detectando e introduciendo medidas correctoras.
  10. Finalmente se procederá a la evaluación del programa.

Con objeto de profundizar en los aspectos expuestos más importantes para la elaboración de un plan de seguridad, en la Tabla I se ha elaborado un IPR específico para la consulta de ME con la puntuación de los diferentes EA.

Tabla I
Tabla I. Efectos adversos en función de la gravedad, frecuencia y detección. El IPR es el resultado de multiplicar las puntuaciones otorgadas a la gravedad, frecuencia y detección. Valores de gravedad clínica: 1 = Muy baja, repercusiones imperceptibles; 2‑3 = Baja, repercusiones irrelevantes, apenas perceptibles; 4‑6 = Moderada, defectos de relativa importancia; 7‑8 = Alta; 9‑10 = Muy alta. Valores de frecuencia: 1 = Muy baja, improbable, ≤ 1 en 20.000; 2‑3 = Baja, 1 en 20.000‑10.000; 4‑6 = Moderada, 1 en 10.000‑1.000; 7‑8 = Alta, 1 en 1.000‑100; 9‑10 = Muy alta, 1 en 100‑20 (1‑5%). Valores de probabilidad/facilidad de detección: 1‑2 = Muy alta; 3‑4 = Alta; 5‑6 = Moderada; 7‑8 = Baja; 9 = Muy baja; 10 = Nula.

El IPR más elevado es la infección, seguido de la ptosis palpebral, las asimetrías, las elevaciones inestéticas de las cejas, los granulomas y las reacciones alérgicas. Estos resultados priorizan los esfuerzos para elaborar protocolos específicos destinados a mejorar la profilaxis de infecciones y disminuir la incidencia de la ptosis palpebral en el tratamiento con toxina botulínica. Esto no quiere decir que el resto de los eventos recogidos en la Tabla I no sean importantes; aunque su gravedad es menor o son menos frecuentes, su desarrollo es evitable o el impacto general sobre la calidad de la intervención es menor.

En la Tabla II se ha realizado un AMFE, identificando las causas que han motivado los fallos, con el fin de poner en marcha acciones preventivas que puedan evitar la aparición de EA. Una vez en marcha la aplicación de un plan de seguridad en la consulta, es importante corroborar que el plan se está aplicando. Posteriormente se debería informar, y distribuir a las sociedades científicas si procede, acerca de las tareas de evaluación del plan y la creación de un registro de EA.

Tabla II
Tabla II. Diagnosticado el efecto adverso, es muy recomendable analizar los posible errores cometidos para no repetirlos en ulteriores actuaciones o evitar emplear determinados productos, especialmente permanentes.

Análisis causa-raíz

Es importante registrar los EA y conocer la causa que los provoca. Esto se realiza mediante un análisis causa–raíz, como en el diagrama de Ishikawa o de espina de pescado (Figura 1). La punta de flecha señala el problema principal, y en las espinas las posibles causas que llevan a su aparición, divididas en 4 ramas principales: causas externas (suelen ser recursos o condiciones), causas del paciente, causas del profesional (relacionadas con la competencia profesional y la actitud) y causas relacionadas con la organización interna4.

Figura 1
Figura 1. Diagrama causa-efecto. Modificado de Wong (2011)6.

Medidas preventivas para disminuir los EA en ME

Los EA más comunes en todas las disciplinas médicas están recogidos en diversas publicaciones, como en Estrategia para la Seguridad del Paciente, publicado por la Consejería de Salud de la Junta de Andalucía o en el documento editado por la OMS en 2007, nueve soluciones para la seguridad del paciente.

También en diversos tratados se recogen las complicaciones más frecuentes en la práctica de la ME; estos se detallan en la siguiente lista3.

  • Infección local
  • Hematoma
  • Dolor
  • Eritema y/o cambio de color
  • Hipercorrección en la zona tratada
  • Elevaciones inestéticas
  • Asimetrías
  • Granulomas
  • Reacciones alérgicas
  • Necrosis
  • Migración del producto
  • Ptosis palpebral tras aplicación de toxina botulínica

Entre las medidas preventivas también hay que contemplar la administración de fármacos, con diferentes actuaciones a realizar, como pueden ser: almacenar los medicamentos problemáticos o susceptibles de error en sitios separados, asegurar la legibilidad de la receta mediante una mejora de la caligrafía, insistir en las diferencias en los nombres de los medicamentos, con el empleo de mayúsculas y minúsculas o el uso de negrita y colores diferentes para reducir la confusión asociada a nombres similares5.

Además, hay que garantizar el cumplimiento de todos los pasos de los procesos de tratamientos por parte de personas cualificadas y competentes; tomar medidas para evitar confusiones; etiquetar jeringas y recipientes y revisar periódicamente las caducidades de los fármacos6‑7.

De la misma manera debemos elaborar procedimientos para disminuir el riesgo de infecciones, en este punto es fundamental la higiene de manos, recordando los 5 momentos en los cuales se debe de realizar: antes del contacto con el paciente, antes de una tarea aséptica, después de una exposición a fluidos corporales, después del contacto con el paciente y después del contacto con el entorno del paciente7‑9.

La ME es una práctica de resultados, por lo que será necesario intentar evitar efectos no satisfactorios de los tratamientos10. Entre los que crean más insatisfacción se citan las hipercorrecciones, los cambios de color, asimetrías y migración del producto. Para evitar las hipercorrecciones se recomienda elegir un producto con densidad adecuada, la aplicación en el plano indicado, no utilizar inicialmente grandes cantidades de un producto y realizar varias sesiones de tratamiento11. Por otra parte, los cambios de color y asimetrías pueden evitarse con la aplicación cuidadosa de los diferentes productos en las áreas específicas para la que están destinados, empleando las cantidades necesarias para lograr un resultado armonioso. Por último, se evitará la utilización de un relleno permanente, cuya migración podría resultar antiestética y problemática en el futuro12‑13.

Conclusiones

La seguridad en la atención al paciente es un componente crítico de la calidad en la asistencia que se presta en una consulta de ME.

Es de gran importancia la creación de un registro central de EA, que ayudará a conocer y mejorar la atención que se presta a cada paciente.

Por último, ha de elaborarse un plan de seguridad, adaptado a las necesidades propias del centro médico de trabajo.

Bibliografía

  1. Estrategia para la Seguridad del Paciente. Consejería de Salud. Moreno E, dirección y coordinación. Junta de Andalucía. Sevilla, 2006.
  2. Joint Commission on Healthcare Acreditation Organization (JCHAO). Nueve soluciones para la seguridad del paciente. Organización Mundial de la Salud, 2007.
  3. Agencia Nacional para Seguridad del Paciente (National Patient Safety Agency, NPSA), Sistema Nacional de Salud (National Helth System, NHS). Reino Unido. La seguridad del paciente en siete pasos. Ministerio de Sanidad y Consumo. Madrid, 2005.
  4. Martí Saurí I, Martínez Zavala AI. Calidad asistencial en medicina estética. Necesidad de un modelo propio. Medicina Estética. 2021;68(3):7‑24. https://doi.org/10.48158/​MedicinaEstetica.068.01
  5. Cuestionario de autoevaluación de la seguridad del sistema de utilización de los medicamentos en los hospitales. Ministerio de Sanidad y Consumo. Madrid, 2007. Adaptación del ISMP Medication Safety Self Assessment for Hospitals, por el Instituto para el Uso Seguro de los Medicamentos (ISMP-España).
  6. Wong KC. Using an Ishikawa diagram as a tool to assist memory and retrieval of relevant medical cases from the medical literature. J Med Case Rep. 2011 Mar 29;5:120. https://doi.org/10.1186/1752-1947‑5‑120
  7. Prácticas seguras simples. Recomendadas por agentes gubernamentales para la prevención de Efectos Adversos (EA) en los pacientes atendidos en hospitales Ministerio de Sanidad y Consumo. Madrid, 2008.
  8. Revisión Bibliográfica sobre Trabajos de Costes de la “No Seguridad del Paciente”. Ministerio de Sanidad y Consumo. Madrid, 2008.
  9. Construcción y validación de indicadores de buenas prácticas sobre seguridad del paciente. Ministerio de Sanidad y Consumo. Madrid, 2008.
  10. Aranaz-Andrés JM, Aibar-Remón C, Vitaller-Murillo J, Ruiz-López P, Limón-Ramírez R, Terol-García E; ENEAS work group. Incidence of adverse events related to health care in Spain: results of the Spanish National Study of Adverse Events. J Epidemiol Community Health. 2008 Dec;62(12):1022‑9. https://doi.org/10.1136/​jech.2007.065227
  11. De Maio M, Rzany B (Ed.). Toxina botulínica en medicina estética. Ediciones Journal. Buenos Aires, 2006.
  12. De Maio M, Rzany B (Ed.). Injectable fillers in aesthetic medicine. Springer. Germany, 2006.
  13. Goldman MP, Weiss RA (Ed.). Advanced techniques in dermatologic surgery. CRC Press. Boca Raton (USA), 2006. https://doi.org/10.3109/​9780849350955

Nota del editor

Dada la trascendencia de implementar un plan efectivo para la seguridad del paciente, se recomienda consultar la última actualización de la OMS, Plan de acción mundial para la seguridad del paciente. Hacia la eliminación de los daños evitables en la atención de salud. https://www.who.int/es/publications/i/​item/9789240032705