Revista científica
de la Sociedad Española de Medicina Estética
Revista científica de la Sociedad Española de Medicina Estética

Beneficios de los tratamientos
de estética en la salud mental

Mental health benefits of aesthetic treatments

Autor

Introducción

Desde hace años se han realizado estudios en tratamientos de estética enfocándose en la evaluación del resultado de las técnicas del tratamiento o en las potenciales complicaciones o efectos secundarios de éstos. Sin embargo, se han dejado al margen otros elementos importantes para tener una comprensión completa de estas intervenciones, como son sus efectos benéficos a nivel mental y psicosocial, que también se traducen en mayor satisfacción del paciente. Recientemente se pueden encontrar ya diversos estudios en los que se toman en consideración estos elementos1. En un trabajo anterior se enfocó la relación de la psiquiatría con la medicina estética desde el punto de vista de las posibles patologías mentales más frecuentes en personas que acuden a los servicios de tratamientos de estética. Muchos de estos casos se relacionaron con la obsesión por demandar de forma reiterada modificaciones en el aspecto físico, con la finalidad de buscar soluciones a sus trastornos en la imagen corporal; intervenciones que no producen la mejoría esperada, ya que el origen de estos trastornos es mental y estos pacientes deben derivarse al especialista adecuado2. El objetivo principal de este trabajo es mostrar los beneficios que tienen en la salud mental los tratamientos estéticos. Para poder mostrar estos resultados son necesarios instrumentos de medida fiables, estandarizados y validados que puedan replicarse en futuros estudios. Un ejemplo son los instrumentos que evalúan trastornos de depresión, ansiedad, estrés psicosocial, autoestima y/o calidad de vida3. En este sentido, esta revisión también pretende valorar científicamente los beneficios en salud mental que los tratamientos de estética pueden proporcionar.

Metodología

Se ha revisado la literatura sobre los resultados psicosociales después tratamientos estéticos, utilizando Google Académico, Medline (PubMed) con las palabras claves “cirugía estética”, “salud mental”, “beneficios de la medicina estética”, “autoestima” e “imagen corporal”. Se identificaron 47 estudios de diseño y calidad variada, siendo la mayoría de procedimientos quirúrgicos: aumento o reducción de pecho, face-lift, rinoplastia. El resto de estudios eran sobre intervenciones no quirúrgicas, como el uso de toxina botulínica (TB), bioimplantes faciales y cosméticos. Pocos estudios incluyeron un grupo control y cinco artículos consistieron en una revisión de la literatura sobre este tema.

Indicadores de salud mental en tratamientos de estética

La mejoría en la calidad de vida y el bienestar psicosocial, de los pacientes que se someten a tratamientos estéticos, debe estimarse mediante herramientas autoadministradas de satisfacción. Los instrumentos más útiles para mostrar estos cambios son los que evalúan la calidad de vida, la imagen corporal, la autoestima, la depresión y la ansiedad. Los resultados en la calidad de vida representan una importante aproximación para el médico con el fin de valorar mejor los efectos de las intervenciones estéticas. Por ejemplo, la belleza por sí misma es enteramente subjetiva, por lo que los aspectos técnicos y el resultado de los procedimientos estéticos pueden no ser totalmente satisfactorios para el paciente. Aunque varios instrumentos o cuestionarios pueden ser usados para evaluar resultados, no todos los instrumentos han sido estandarizados o ampliamente utilizados3. Por eso, los que no han sido estandarizados deberían ser testados para asegurar que son prácticos, confiables, válidos y sensibles al cambio3,4. Hay pocos datos disponibles sobre los efectos de los procedimientos estéticos en la autoestima, la confianza del paciente, las relaciones y la aceptación por los demás. La mayoría de estudios han valorado el efecto quirúrgico sobre la calidad de vida a largo plazo en estos pacientes, mostrando que la cirugía estética puede tener un impacto positivo en la misma. Por el contrario, hay un menor número de datos disponibles sobre los efectos de los procedimientos estéticos no quirúrgicos en la calidad de vida, y los datos que hay se centran en pacientes con lipoatrofia facial asociada al virus de la inmunodeficiencia humana, una condición relacionada con depresión, problemas de relaciones interpersonales, baja autoestima y escasa adherencia al tratamiento. Datos recientes indican que, el tratamiento médico-estético de la lipoatrofia facial con inyectables, puede mejorar la calidad de vida de estos pacientes. No olvidemos que la medición de la calidad de vida implica una evaluación multidimensional de lo físico, lo social, lo psicológico y lo emocional de los pacientes5.

Relación de la medicina estética y la salud mental

Salud y calidad de vida están estrechamente relacionadas. La Organización Mundial de la Salud define la salud como “un estado de completo bienestar físico, mental y social y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”. Para los pacientes que se someten a cirugía o procedimientos estéticos, la medición de la eficacia va más allá de los problemas físicos o funcionales, no estando necesariamente relacionados con ningún beneficio médico directo6. Los factores comunes que pueden influir en la calidad de vida de estos pacientes incluyen la aceptación por los amigos y la familia; el efecto de la apariencia del paciente en su vida social y profesional junto con la confianza y la felicidad. Para estas personas, la salud o el bienestar se relacionan con las consecuencias mentales, emocionales y sociales de su apariencia física7.

Por su parte, la apariencia física, la imagen corporal y la autoestima son conceptos importantes que están íntimamente vinculados con la calidad de vida y, en consecuencia, al bienestar general que cada persona tiene en relación consigo mismo y con su entorno. La autovaloración del aspecto físico y su satisfacción repercute en la actitud que se muestra en todos los aspectos de la vida. Esta actitud es única en cada persona y está sujeta en gran parte a las experiencias vividas y a los resultados obtenidos en el pasado. El equilibrio entre los aspectos físicos y psíquicos conduce a la armonía de la mente y el cuerpo. Este equilibrio se desplaza en dos direcciones: la importancia y prioridad que se le dé al aspecto físico, por una parte, o a las características internas del ser humano, por otra.

Evaluación de las herramientas

El propósito de la evaluación de los resultados posterior a un tratamiento estético es proporcionar evidencias sobre las cuales basar posibles decisiones clínicas futuras. Esta evaluación en medicina estética es especialmente pertinente porque la satisfacción del paciente es el factor predominante en la determinación del éxito. Desafortunadamente, ninguno de los métodos de evaluación utilizados ha alcanzado un uso generalizado, lo que no permite la comparación de técnicas, la cuantificación de la percepción de los efectos positivos y la identificación de los pacientes con pocas probabilidades de beneficiarse con estos tratamientos. En un estudio de revisión sobre los instrumentos adecuados para evaluar los resultados en la cirugía estética se identificaron, como los más adecuados, las mediciones que evaluaban la calidad de vida y la imagen corporal1. Estas conclusiones se basaron en una evaluación crítica de la factibilidad, validez, fiabilidad y sensibilidad al cambio de estas medidas. Por ejemplo, el Cuestionario de las Relaciones Multidimensionales de los Estados del Cuerpo (MBSRQ), una evaluación psicológica de la imagen corporal, fue seleccionado como candidato potencial para su posterior estudio2. Otros dos instrumentos de evaluación de la imagen corporal, el Test de la Clasificación de la Apariencia Facial (FAST) y la Escala de Valoración del Pecho (BCRS) pueden ser útiles en la evaluación de la rinoplastia y la cirugía de mama, respectivamente. La Escala Derriford (DAS59) y la Health Utilities Index (HUI) o el euroQol (EQ‑5D) instrumentos que evalúan la calidad de vida1,3.

En el estudio de Alssarag et al se evaluaron la fiabilidad y validez de los resultados de cuatro instrumentos en tratamientos de estética: face-lift, rinoplastia, blefaroplastia y rejuvenecimiento de piel4. Todos los instrumentos tuvieron una excelente puntuación en fiabilidad, consistencia y validez. Además, los pacientes experimentaron una mejora significativa en su calidad de vida, con una satisfacción general creciente en promedio del 37 al 84%.

Por último, otro instrumento de utilidad para la evaluación de la calidad de vida es el Body Image and Quality of Life (BIQLI), traducido y validado al español (Figura 1)8.

Figura 1
Figura 1. Auto cuestionario sobre la percepción de la propia imagen y su repercusión en la calidad de vida.

Evidencias en tratamientos quirúrgicos

Utilizando el Cuestionario de Salud SF‑36 en 110 pacientes sometidos a cirugía de reducción de mama, los resultados indicaron que en el 95% de los casos, la percepción sobre su salud física y psicológica había mejorado significativamente después de la cirugía9.

En una revisión de la literatura, Honigan et al encontraron diferentes resultados en el ámbito psicosocial de pacientes sometidos a tratamientos de cirugía estética10. En la cirugía de mama se observaron buenos resultados en seis estudios de mamoplastia de reducción (n = 711)10‑12. La satisfacción fue alta tras el procedimiento (de 86 a 97%), con una mejoría en la salud psicológica, incluyendo mejor imagen corporal y disminución del estrés. En pacientes intervenidos para aumento de mamas (n = 769), se observaron similares niveles de satisfacción (78‑90%), con aumento de la autoestima, la confianza social y la satisfacción con la imagen corporal13.

En rejuvenecimiento facial, 71 pacientes alcanzaron altos niveles de satisfacción y mejoría del sentimiento de bienestar (86%). Diferentes estudios informaron de un incremento del funcionamiento social, en las relaciones sociales y en la calidad general de vida tras procedimientos de cirugía estética14‑16. Otros estudios indicaron un incremento de la capacidad de los pacientes para disfrutar la vida, con disminución sustancial de la ansiedad y un sentimiento de ser tratados más positivamente por los demás17,18. También uno de ellos puso de manifiesto que los pacientes que se sometieron a mamoplastia de aumento mejoraron en las relaciones sexuales19.

Sin embargo, los procedimientos de rinoplastia mostraron resultados más dispares. En la mayoría de los estudios se informó de altas tasas de satisfacción y mejoría de la confianza social, en el estudio de Edgerton et al, el 55% de la muestra (n = 35) tenía alguna alteración psicológica posterior a la intervención, así como también algún trastorno de la personalidad en un 50%20. Knorr también investigó el supuesto síndrome de pérdida de identidad después de la rinoplastia en nueve pacientes insatisfechos con la intervención21. Los sujetos refirieron sentirse sorprendidos por su nueva apariencia y solicitaron procedimientos quirúrgicos adicionales para recuperar su antigua apariencia. Wright y Wright también identificaron ciertas características de personalidad en los pacientes intervenidos de rinoplastia: psicosis, trastornos de ansiedad, personalidad narcisista como factores que afectan negativamente a los resultados de algunos pacientes15.

Un estudio prospectivo con 105 pacientes, sometidos a cirugía cosmética electiva, evaluó la calidad de vida por medio de 4 cuestionarios autoadministrados: el Cuestionario de Medición de la Salud, de 19 ítems; el Cuestionario de los Recursos Personales, una escala de 25 ítems que mide la intimidad, el cuidado, la integración social, la autoestima y la orientación, y la Escala de Depresión del Centro de Estudios Epidemiológicos (CESD) de 20 ítems para medir el nivel actual del estado de ánimo depresivo y 28 ítems sobre el afrontamiento del mismo22. Los datos de los cuatro instrumentos de estudio se analizaron utilizando correlación de Pearson y medidas repetidas del análisis de la varianza de las diferencias en cada variable en el tiempo. El análisis multivarianza, del índice de calidad de vida para los pacientes, mejoró de niveles medios preoperatorios de referencia de 3,24 a una media de 2,56 a 1 mes y luego a 2,11 (p = <0,0001) a los 6 meses de la cirugía. Las puntuaciones medias para la depresión determinado mediante la CESD, mejoró de 11,2 preoperatoriamente a 6,5 en 1 mes y para 6,3 (p = <0,0001) a los 6 meses después de la cirugía22. Papadopulos et al examinaron los cambios pre y postoperatorio en la calidad de vida en un grupo de pacientes comparados con un grupo control23. Participaron 228 pacientes a los que se les tomaron mediciones previas a la operación, a los 3 y 6 meses posteriores utilizando el FLZM y un cuestionario de complicaciones postoperatorio. Los resultados arrojaron unos valores significativos en la salud y la apariencia, de hecho, más del 84% estaban satisfechos o muy satisfechos con el resultado, tanto que repetirían la intervención otra vez y el 94% de los pacientes lo recomendarían a otros.

En un estudio multicéntrico se observó que, después de la cirugía cosmética facial, los mejores candidatos podrían ser los pacientes que carecían de confianza en sí mismos, pero tenían el deseo de interaccionar socialmente. Esa falta de confianza se expresa como ansiedad y está conectada típicamente con una limitación en una cualidad física específica, que es el foco de la cirugía estética24. Las mediciones de la depresión y los pensamientos inhibitorios no cambiaron significativamente después de la cirugía; sin embargo, la ansiedad social mejoró significativamente después de la cirugía, al igual que la ansiedad general y/o la depresión. Estudios como los mencionados anteriormente pueden, no sólo proporcionar evidencia de los efectos de las intervenciones estéticas en la calidad de vida, también ayudar a los profesionales a identificar a los mejores candidatos para la misma.

Otro estudio prospectivo, multicéntrico investigó la satisfacción postoperatoria y los cambios en el estado psicosocial después de la cirugía estética25. El 87% de los pacientes reportaron satisfacción con los resultados postoperatorios; mejoría significativa en su aspecto general, así como también en las zonas específicas operadas, junto a una mejoría en las emociones negativas de la imagen asociadas a situaciones sociales específicas. Todos estos cambios se mantuvieron 12 meses después de la cirugía.

Procedimientos estéticos no quirúrgicos

En un estudio de 73 mujeres con lesiones faciales severas de pigmentación (angioma, cicatrices, melasma y vitíligo) se examinó el impacto en la calidad de vida con el uso de cosméticos correctivos y se realizó seguimiento por un período de 3 meses. Los valores medios del Cuestionario de la Calidad de Vida (Quality of Life, QOL) sobre la percepción de la preocupación y el temor ante las lesiones faciales disminuyeron en forma progresiva en más de un 50% con el uso de cosméticos correctivos al inicio, a las 2, 4 y 12 semanas, respectivamente (p < 0,05)26. En un estudio de 20 pacientes, con enfermedades de la piel a nivel facial (acné, n=8; rosácea, n=9; lupus eritematoso discoide crónico, n=2; vitíligo, n=1), se encontró que el uso de cosméticos mejoró significativamente la calidad de vida. Se les instruyó en su aplicación diaria durante dos semanas. Se les realizó el Cuestionario Dermatológico de Calidad de Vida (DLQI) antes y al finalizar el tratamiento, con mejoría significativa de 9,2 a 5,5 (p=0,0009). La mejoría de la calidad de vida alcanzó significancia estadística en los pacientes con acné (2,8 sobre 7,8; p=0,0078) y en las personas con un deterioro menos severo de la calidad de vida (2,4 sobre 4,2; p=0,007)27.

La satisfacción del paciente también ha sido evaluada tras el tratamiento de las arrugas faciales con TB. En un estudio (n = 30) que utilizó el cuestionario estandarizado Freiburg en dermatología y cirugía estética para evaluar los resultados de la calidad de vida después del tratamiento, más del 80 por ciento de los pacientes informó que el tratamiento había sido beneficioso para ellos y en su mayoría lo recomendarían28. Más del 75% de los pacientes informaron que se sentían más cómodos con sus cuerpos después del tratamiento, además el bienestar emocional también mejoró en el 30%, indicativo del impacto que tienen las líneas faciales dinámicas en la autoimagen y en el estado emocional.

La lipoatrofia facial asociada al VIH forma parte de un síndrome que se produce en pacientes sometidos a tratamiento con una combinación de medicamentos antirretrovirales; en particular, inhibidores de la proteasa y los inhibidores de la transcriptasa inversa análogos de nucleósidos29,30. Dicho síndrome afecta al estado de ánimo provocando depresión, problemas en las relaciones interpersonales, erosión de la autoimagen, la autoestima y dificultando la adherencia al tratamiento antirretroviral31,32. En un estudio cualitativo con 14 pacientes con VIH se evaluó el impacto de la apariencia física en la salud social y psicológica de estos pacientes33. Los resultados mostraron que la presencia de lipoatrofia se asocia con efectos psicológicos negativos como la depresión, pérdida de confianza en sí mismo, problemas con la libido y preocupación por el futuro y, además, con evitación de la vida social32. Datos recientes indican que el tratamiento estético de la lipoatrofia puede mejorar la calidad de vida del paciente. Un estudio aleatorio, abierto, evaluó los efectos de un tratamiento inmediato versus uno tardío con ácido poli‑L-láctico inyectable34. A los 18 meses después del tratamiento, las mejoras en la apariencia facial y la autoestima, medidas mediante escalas visuales analógicas se mantuvieron en comparación con la línea base, tanto en el grupo de tratamiento inmediato como en el tardío. Las puntuaciones en la HADS disminuyeron desde el inicio hasta la visita de contacto, tanto para el grupo de tratamiento inmediato como tardío; sin embargo, estas mejorías solo tuvieron significación estadística para la depresión en el grupo tardío (p = 0,029)34. En otro estudio longitudinal de 4 años de duración, abierto, no controlado, en 50 pacientes infectados por VIH con lipoatrofia facial severa, el tratamiento con inyecciones de ácido poli‑L-láctico logró un aumento significativo en el grosor cutáneo total medio desde el inicio y en todas las sesiones de seguimiento, aumento de 5,1 mm (rango = 2,2‑8,6) en la semana 6 y de 6,8 mm (rango = 3,9‑10,1) en la semana 96 (p < 0,001). Los resultados del QOL en 44 pacientes mostraron un aumento progresivo de la calidad de vida desde el inicio34. Otras líneas de investigación han evaluado la seguridad y la satisfacción del paciente con el tratamiento de hidroxiapatita de calcio35. De hecho a los 12 meses, todos los pacientes mejoraron su puntuación en la Escala de Mejora Estética Global, sintiéndose la mayoría más atractivos (99,0%), con mejor bienestar emocional (96,9%) y mayor confianza en su apariencia (99,0%).

También se ha comparado el uso de inyecciones inmediatas (en las semanas 0 y 6) contra inyecciones tardías (semanas 12 y 18) de gel polialquilimida en esta problemática36. Los resultados mostraron una mejora significativa en la severidad de la lipoatrofia facial en el grupo de tratamiento inmediato sobre el tardío, el cambio promedio desde el inicio a la semana 12 fue de ‑2 (IQR ‑3, ‑2) para el grupo inmediato y 0 (IQR 0,0) para el grupo tardío (p < 0,0001); una mejora en la ansiedad en el grupo inmediato con un valor de ‑3 (‑5, ‑2) y de ‑1 (‑2, 3) en el tardío (p = 0,020), y de la calidad de vida, para el grupo inmediato ‑7 (‑10, ‑1) y 1 (‑1, 2) para el tardío (p = 0,001). En la semana 48, no se encontraron diferencias.

También el ácido hialurónico inyectable ha sido objeto de estudio observándose una mejoría significativa en la lipoatrofia facial en el seguimiento durante 12 meses a 14 pacientes, mediante una escala de Likert representando 7 la máxima mejoría y 0 ninguna mejoría. El 85,8% tuvieron una evidente mejoría; desde el inicio hasta los 6 meses; el 78,6% mostraron al menos moderada mejoría después de los 12 meses37.

¿Puede ser la medicina estética un tratamiento coadyuvante de la psiquiatría?

Un estudio de Lewis et al ha sugerido que el tratamiento con TB en el entrecejo se podría utilizar como tratamiento para la depresión. La parálisis de los músculos corrugadores evita el ceño fruncido, lo cual conduce a una menor retroalimentación facial de las emociones negativas. En consecuencia, la persona tiene un estado de ánimo más positivo. Con el fin de probar esta hipótesis, se midió el estado de ánimo de los pacientes que habían recibido TB y se comparó con los pacientes que recibieron otros tratamientos cosméticos para las arrugas glabelares. Los pacientes tratados con TB mostraron un significativo mejor estado de ánimo, lo que confirmaría la hipótesis inicial38. En otro estudio, Wollmer et al evaluaron los efectos positivos en el estado de ánimo de pacientes con depresión mayor al tratar con TB las líneas glabelares39. Utilizaron un diseño doble ciego aleatorizado controlado con placebo que evaluó la inyección de TB en la región glabelar. Treinta pacientes fueron asignados aleatoriamente al grupo verum (TB) o al grupo placebo (solución salina). La valoración se hizo a través de la Escala de Valoración de Depresión de Hamilton, al inicio y al final del tratamiento. A lo largo del período de seguimiento hubo una mejora significativa en síntomas depresivos en el grupo activo en comparación con el grupo de placebo que coincidía con la mejoría clínica recogida, tanto en la escala de Hamilton como en el Inventario de Depresión de Beck y en la Escala Clínica de Impresión Global. Se puede concluir que un tratamiento único de la región glabelar con TB es capaz de lograr una reducción significativa y sostenida de la depresión en pacientes que no mejoraron lo suficiente con la medicación asignada.

Por otra parte, Hennenlotter et al, con la intención de demostrar el mecanismo de la hipótesis de la retroalimentación facial como regulador del estado de ánimo, encontraron que la imitación de expresión facial por visualización de imágenes se asocia con la activación de regiones límbicas, como la amígdala, aunque la interacción fisiológica entre esta activación límbica y la retroalimentación facial sigue estando poco clara40. Para estudiar este hecho aplicaron TB para la denervación de los músculos implicados en la expresión inducida, en combinación con imágenes por resonancia magnética funcional (RMF), como modelo de una lesión reversible. Se demostró que la disminución de la capacidad de imitación facial de expresiones de enojo, reducía la retroalimentación debido al tratamiento con TB, atenuando la activación de la amígdala izquierda y su acoplamiento funcional con regiones del tallo implicados en las manifestaciones autonómicas de estados emocionales. Estos hallazgos demuestran que la retroalimentación facial modula la actividad neuronal en circuitos centrales de la emoción durante la imitación intencional de expresiones faciales. Dado que las personas tienden a imitar las expresiones emocionales de los demás, esto podría proporcionar una base fisiológica potencial de la transferencia social de la emoción.

Por último, se han realizado estudios para comprobar la presencia de la TB tipo A (TBA) en neuronas centrales. En general, se supone que la TBA se mantiene en la terminal sináptica y sus efectos se limitan a la zona de la inyección. Antonucci et al han demostrado que la TBA inyectada en ratones es transportada retrógradamente a las neuronas centrales41. Se observó su presencia en el hemisferio cerebral contralateral, así como en el techo óptico, en las terminales sinápticas dentro de la retina. También apareció en el núcleo facial después de la inyección de la toxina en los músculos de los bigotes de la rata. Estos experimentos demuestran la migración axonal y la transcitosis neuronal de la TBA. Debido a sus efectos a largo plazo, no sólo es empleada en tratamientos de estética, sino que es ampliamente utilizada para tratar varios trastornos neuromusculares caracterizados por la hiperfunción de los terminales colinérgicos, tales como la distonía, la espasticidad facial y en la eliminación de varios tipos de dolor.

Discusión

El atractivo físico influye tanto en la forma de pensar acerca de uno mismo como en el comportamiento hacia los demás y se relaciona, además, con rasgos como la autoconfianza o la aceptación social24. Los estudios revisados han demostrado que las intervenciones estéticas, sean quirúrgicas o no, pueden ayudar a mejorar la calidad de vida y el bienestar psicológico de los pacientes que se someten a estos procedimientos23,25. Los cambios positivos provocados en estos pacientes están relacionados con la sensación de satisfacción con la apariencia, reducción de la depresión o de la ansiedad, mejora del bienestar emocional y mayor autoconfianza. La evaluación de la calidad de vida representa un método importante por el que los médicos y los pacientes pueden apreciar mejor los efectos psicológicos de las intervenciones estéticas28,34. Aunque diversos instrumentos o cuestionarios se pueden utilizar para evaluar los resultados, ningún instrumento ha sido estandarizado o utilizado ampliamente, por lo que deben ser probados para garantizar que son prácticos, fiables, válidos y sensible al cambio1. Las escalas analógicas visuales provocan respuestas que pueden ser muy subjetivas y difíciles de interpretar. Además de la variabilidad en la respuesta también se da la variabilidad en los objetivos de los tratamientos entre pacientes: querer parecer más jóvenes o atractivos, sentirse mejor con su apariencia, evitar un aspecto cansado, estresado o enojado.

Aunque la mayoría de los estudios revisados sugieren que las personas sometidas a procedimientos de cirugía estética valoran el resultado positivamente en términos psicosociales, las limitaciones metodológicas impiden sacar conclusiones firmes. Muchos estudios utilizan muestras pequeñas, sesgo de verificación o selección, medidas poco fiables o válidas, seguimientos de corta duración o la ausencia de un grupo control. En algunos estudios no es posible diferenciar si los resultados se debieron al procedimiento propiamente. También es posible que en algunos estudios el sesgo de selección de la muestra haya sido informado adecuadamente. Por ejemplo, es probable que muchas personas que no estuvieron satisfechas con el resultado quirúrgico se negaran a participar en una evaluación de seguimiento, sesgando así los resultados hacia las buenas respuestas de mejoría en el estado psicológico. Otra dificultad notable es que no se específica suficientemente la metodología psicológica utilizada con lo que difícilmente se pueden replicar las investigaciones.

Otros estudios han realizado algunas relaciones basadas en poca evidencia, como es el caso del uso de la TB en la mejora de estados depresivos, ya que se desconoce el mecanismo exacto de dicho hallazgo.

En definitiva, se puede concluir que según los datos existentes, las intervenciones estéticas producen efectos positivos sobre la calidad de vida en las personas sometidas a dichas intervenciones. Mientras que los médicos en este campo se han centrado tradicionalmente en la optimización de los resultados técnicos y en minimizar los efectos secundarios, las mediciones de calidad de vida pueden proporcionar una mejor comprensión de los efectos de estos procedimientos en el bienestar psicológico y social de los pacientes. Es necesaria más investigación para evaluar los efectos de diferentes procedimientos estéticos en la autoestima, la autoconfianza, las relaciones y la aceptación por los demás, así como, centrarse en el desarrollo y estandarización de instrumentos prácticos, válidos y fiables para dicha evaluación.

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