Ablación mediante láser CO₂ de
las pápulas perladas del pene.
Estudio de un caso clínico
A clinical case study
Introducción
Las pápulas perladas del pene (PPP) son excrecencias milimétricas de coloración rosada, blanquecina o incluso translúcida que se distribuyen formando una o dos hileras uniformes alrededor de la corona del glande. Las PPP son un proceso benigno, que no guarda relación con el virus del papiloma humano (VPH) y, por lo tanto, no transmisible.
Aparecen en la pubertad, casi siempre antes de que los pacientes hayan tenido relaciones sexuales. Con la edad, y tras la circuncisión, el número de lesiones tiende a disminuir e incluso desaparecer1. Se calcula que aproximadamente un 24% de los varones pueden presentar PPP2. Sin embargo, este porcentaje varía ampliamente según las PPP sean el motivo de consulta o un hallazgo casual en la exploración física.
Desde el punto de vista histológico, se observa un estroma fibroso que rodea una proliferación de vasos ectásicos, con características similares a los angiofibromas acrales3. Las PPP deben ser diferenciadas de otras lesiones en el pene como los condilomas acuminados, el liquen nitidus, el molluscum contagiosum y las glándulas sebáceas ectópicas. La variante femenina recibe el nombre de papilomatosis vestibular.
Caso clínico
Se presenta el caso de un varón de 18 años, sin antecedentes de interés, que solicitaba evaluación y tratamiento de lesiones en el glande presentes desde la pubertad y asintomáticas. El diagnóstico de PPP se hizo a partir de la historia y la exploración clínica. A la exploración presentaba una hilera de lesiones que se distribuían circunferencialmente en la corona del glande y alguna dispersa por la cara interna del prepucio (Figura 1). Se informó al paciente del diagnóstico y de la naturaleza benigna de su afección. Sin embargo, el paciente deseaba de forma insistente recibir tratamiento.
Con el fin de evitar molestias durante el tratamiento, se aplicó localmente crema anestésica de formulación magistral (lidocaína 2%, tetracaína 6%, prilocaína 7%, alcohol bencílico 6%), que se ocluyó con la propia piel del prepucio durante 30 minutos.
Se utilizó un láser de CO₂ ultrapulsado de 10.600 nm de emisión (UltraPulse™, Lumenis Inc., Reference Medical, Madrid), con cabezal Active FX, seleccionando los siguientes parámetros: spot de 1 a 2 mm, 15 W de potencia, con fluencias que variaron entre los 80 y los 100 J/cm². Las lesiones se trataron individualmente con sucesivos pulsos de láser hasta la completa eliminación (Figura 2). El paciente toleró el tratamiento correctamente sin incidencias, no refirió dolor y no hubo sangrado. Inmediatamente después el paciente presentó eritema y edema leve de la zona tratada, con presencia de algunas costras.
Se recomendó la aplicación de crema antibiótica con mupirocina (Mupirocina Isdin 20 mg/g, Barcelona) dos veces al día durante 7 días, para minimizar el riesgo de infección. El proceso de cicatrización concluyó en aproximadamente una semana (Figura 3). A partir de ese momento el paciente pudo reanudar su actividad sexual.
Un mes después se realizó una segunda sesión en la que se eliminó alguna lesión que había persistido (Figura 4). A los seis meses de la primera sesión de tratamiento el paciente estaba plenamente satisfecho y no se observó recurrencia de las lesiones tratadas previamente. No se observó cicatrización anómala ni se registró hipo o hiperpigmentación postinflamatoria. El paciente no refirió cambios en la sensibilidad de la zona tratada, ni tuvo problemas de erección.
Posteriormente, se trataron otros 12 pacientes también con excelentes resultados. Mientras que en dos casos los pacientes sólo realizaron la primera sesión dado que el resultado fue óptimo, un paciente requirió cuatro sesiones para alcanzar la completa satisfacción.
Discusión
En la mayoría de los casos, las PPP son asintomáticas; aunque algunos pacientes refieren molestias al roce y, también, problemas en la imagen corporal, con autoestima baja (vergüenza, miedo al rechazo, y/o dudas en la pareja) por lo que demandan tratamiento. Se han descrito diferentes opciones de tratamiento para la eliminación de las PPP como el curetaje y la electrocirugía4, y la criocirugía5. Sin embargo, en la actualidad es el láser de CO₂6‑11 el tratamiento que obtiene los mejores resultados. También se han descrito casos que han recibido tratamiento con láser de Er:YAG12 o de colorante pulsado13.
En nuestra opinión, la mejor opción de tratamiento de las PPP es la ablación mediante láser CO₂, ya que vaporiza las lesiones que se desean eliminar con la máxima precisión. Esta técnica evita dañar la piel del pene y la posibilidad secundaria de desarrollar cicatrices en el área tratada. En comparación a la piel de otras áreas corporales, la mucosa del glande absorbe de forma rápida y completa la anestesia tópica, permitiendo que el procedimiento se realice sin molestias para el paciente. Además, cicatriza muy rápidamente sin que se hayan descrito cicatrices inestéticas ni hiperpigmentación residual, incluso en fototipos altos8. Por todo lo anterior, el tiempo de recuperación es corto y sin incidencias relevantes, siendo la satisfacción del paciente muy alta.
Además, la infección bacteriana secundaria de las lesiones tratadas ni la reactivación herpética no parecen tener una incidencia relevante, tanto en la literatura consultada como en nuestra experiencia8. Por lo tanto, no se recomienda la prescripción de tratamiento profiláctico antibiótico ni antiherpético por vía oral.
Tampoco se ha descrito en la bibliografía recurrencia de las lesiones meses después del tratamiento; por lo que puede afirmarse que el tratamiento de las PPP, mediante ablación con láser de CO₂, es un método sencillo, indoloro, seguro y bien tolerado por el paciente.
Conclusiones
El láser de CO₂ se recomienda como tratamiento de elección para eliminar las PPP, debido a que los efectos adversos son menores y de rápida resolución. Tampoco se han descrito complicaciones, resultando un método sencillo, rápido y seguro, con buena tolerancia y alta satisfacción por parte del paciente.
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